[esp] Gabriela Paz Morales Urrutia - Mujer, haz lo que se te dé la gana

Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas
Mary Wollstonecraft

Con motivo del 8M en una entrevista me preguntaron cuál, pensaba yo, era el rol de nosotras en lo que viene hacia delante respecto del feminismo, “la mujer debe ser lo que se le dé la gana” respondí, de manera poco trabajada. Una réplica pésima de buenas a primeras y es que no la articulé desde la teoría, ni la referencia, ni la cita, ni la interseccionalidad, ni me hice cargo del techo de cristal, ni la brecha, ni la amplitud del género, ni la disparidad de clases o étnicas, ni de la distribución del cuidado, ni las violencias, la sexualidad, ni la cultura de los afectos, etc. No pensé el sinfín de enfoques. Contesté desde el tedio total de esa preconcepción eterna del deber de la mujer y es que siempre pareciésemos tener tarea, como si no tuviésemos derecho a construirnos desde otro lugar que no sea la responsabilidad. 

Me atrevería decir, que es ese deber femenino permanente el responsable de que nuestras conversaciones se llenen de frases como: “Quizá me lo merezco”, “es mi culpa”, “tal vez, es que yo no hice” “tal vez fue por lo yo hice” … y es que como me dijo una amiga en una conversación cualquiera: ¿Hasta cuándo? ¡BASTA! ¡QUE NO SOMOS RELIGIOSAS…! y sí, al menos yo no lo soy. Entonces tengo que exorcizar los resabios del colegio de monjas al que NUNCA FUI. Y es que pareciese, que no era necesario educarse adoctrinada para destilar culpa, que ésta nos llega del espíritu santo por el aire. 

Pensando en este habitar y construirse mujer desde el deber, recordé a mi máximo referente feminista, que no es ninguna de las que pensarías, es nada más y nada menos que mi abuela. Ella, a diferencia de todo el resto del mundo que se ocupó de mi formación, fue la única en sólo darme una instrucción, la más importante de todas y que hasta hace muy poco no había puesto en valor, “LUCHE POR SU FELICIDAD”. Y es que las mujeres, nos pasamos luchando por otras cosas. El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente. Simone de Beauvoir.

De hecho, en retrospectiva, mi abuela fue la única mujer cercana, que vi de niña, que hizo de esa consigna su verdad. Ella estuvo casada hasta los 30 y mientras fue esposa llevó su primer nombre, Sonia, pero cuando se separó, con dos hijas a cargo, se apropió de su segundo nombre, Gladys. El cual, si bien no le gustaba, era el que ella elegía para sí y para toda la vida que le seguía por delante.  Hay algo liberador al verse en un nuevo contexto. La gente no tiene una idea preconcebida de quién eres, y hay alivio al saber que puedes volver a crearte. Carrie Brownstein, escritora estadounidense

En ese entonces, mi abuela se mantenía económicamente confeccionando bikinis para una tienda elegante, pero tenía clarísimo que esa no era la vida que quería para Gladys. Y así con treinta tantos y con dos hijas a su cargo, postuló a la carrera de enfermería en la Universidad de Chile y logró ser admitida. De este modo, estudió la profesión que se le dio la gana. Luego, trabajó en el lugar que se le dio la gana, se especializó en enfermería cardíaca y llegó a ser jefa de enfermeras del más importante hospital de la ciudad. Más tarde, le ofrecieron trabajo en el extranjero, el cual no aceptó, pero viajó a donde se le dio la gana, recorrió un montón de países, se construyó una casa en la playa a su antojo y un día, se largó sola a recorrer toda la Carretera Austral, durmiendo en la ruta, cual discípula de Jack Kerouac. A mí, me llevó a Estados Unidos y me enseñó a gozar las turbulencias de los aviones “es lo más entretenido” me dijo y me invitó a Bolivia a unas ruinas preincaicas, a través de una montaña de greda, en medio de una tormenta, con un conductor medio bebido “qué entretenido, si supieran tus padres” me dijo. 

Nunca le conocí un amor, aunque luego de su muerte me enteré que tuvo varios. Yo siempre la vi como una mujer exitosa a nivel profesional, valiente, quizá solitaria, pero que amaba su soledad y ocio, pintaba, hacía artefactos artísticos muy extraños, escuchaba música clásica, cuidaba sus plantas cantando desentonada, amaba a sus animales, mandaba a hacer su ropa a medida diseñada por ella misma con una modista, siempre cuidaba de sí, cocinaba excéntricas recetas que traía de sus viajes al extranjero, cuando me quedaba en su casa salíamos a andar en bicicleta. Y nunca quiso que le dijera "abuela", porque esa palabra, según ella, dejaba obsoleta a las mujeres. 

Hoy siendo feminista, educándome a diario en ello, aún no sabiendo qué es realmente serlo, pienso, siento, intuyo y creo que el rol de la mujer en lo que viene hacia delante con el feminismo es que todas las Sonias logren ser Gladys, la mujer que fue feliz siendo lo se le dio la gana.



* Gabriela Paz Morales Urrutia
[Periodista y poeta feminista]. Periodista Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Diego Portales. Colabora con Diario de cine y literatura, Cactus cultural, columnista del periódico Sueco Bulletin. Publicaciones de poesía: “El silencio de los intervalos” 2016, “Fieras” 2018, con Signo Editorial, "Pilucha" 2020 y “La Geométrica danza de las asimetrías” por BAP, 2021.




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