(Chile, 2021)
Habría que inmiscuirse en el alma y la cabeza de una artista para fascinarse con las miles de relaciones que establece con el mundo, relaciones políticas, sensibles, intelectuales, sociales y estéticas, una corriente eléctrica conectando constantemente ideas heterogéneas, hilando un sinfín de referencias a través de procesos que pueden - o no - converger en actos de creación.
La curiosidad por otra persona convierte al pensamiento en ideas, y esas ideas en acciones, y así llegamos a conocernos la investigadora y la artista, la artista y la investigadora, entre Victoria y yo, o yo y Paula. Yo la busqué y ella respondió, o ella me buscó y yo respondí. Quizá no sabemos realmente quién buscó a quién: quizá nunca lo sabremos. Pero ese ímpetu, ese acercamiento mutuo, derivó en un encuentro inesperadamente fructífero, en medio de la desolación e incertidumbre de una pandemia global.
Nos conocimos virtualmente, y a pesar de la frialdad de la pantalla y la lejanía de los cuerpos surgió una confianza e intimidad que permitieron idear un proyecto, en un choque en que calzaron rápidamente intuiciones, intereses y deseos. Fue algo inefable: como si todo ya se hubiese conversado, como si el plan ya hubiese tenido un origen, en algún lugar previo, anterior a las redes sociales, al zoom, al virus.
Comenzamos a intercambiar críticas, observaciones, intereses. Fue cuestión de algunos días, un puñado de correos y un video llamado, para que nuestro encuentro se convirtiera en algo más: un proyecto que involucraría a otras doce mujeres, doce almas, doce cabezas, doce cuerpos y doce artistas, que harían del 2020 un año lleno de cruces insospechados. Un proyecto trascendente, surgido de una conciencia compartida sobre las dificultades que enfrentan las mujeres en los espacios del arte, y de la necesidad de aportar desde nuestras posibilidades y prácticas - como artista, como investigadora - circulando y visibilizando la variedad de expresiones y propuestas de las artistas en Chile hoy.
Planteamos el proyecto como “entrevistas” a esas doce mujeres artistas, dando origen a una nueva serie de encuentros, ahora de a tres, cuyo tono, contenido y extensión no estaba definido de antemano. Tampoco sabíamos bien qué significaría exactamente involucrarse con ellas, disponer de su tiempo y ellas del nuestro, especialmente en las difíciles condiciones del encierro masivo. Eran momentos sin demasiada claridad, de incertidumbre e incluso malestar - convirtiendo el proyecto en algo aún más desafiante, atractivo y vertiginoso.
Con el transcurrir de las primeras entrevistas nos percatamos de que en realidad éstas eran conversaciones: conversaciones laberínticas, verdaderas derivas, que abordaban vida, obra, fracasos, ambiciones y derrumbes, expectativas y creencias, tanto de ellas como de nosotras. En medio del encierro y la soledad, de la precariedad y la desesperanza, cada encuentro se transformó en un espacio creativo y luminoso, de descanso y de apoyo, de risas e intercambios, de franqueza y fuerza. De forma espontánea, esos momentos guiaron luego el proceso de transcripción y edición de cada encuentro. Así logramos humanizar la entrevista: reconociendo que no siempre nos expresamos tan bien como quisiéramos al hablar, abriéndonos a derivas sorprendentes que superaban con creces nuestros esquemas previos, e incluyendo las historias y vulnerabilidades de las propias entrevistadoras. Más que doce entrevistas, fueron doce diálogos: horizontales, sorprendentes, estrechos, cercanos. Desafiando los cánones del género, cada texto fue revisado por las artistas, quienes tuvieron total poder sobre sus propias palabras e ideas, agencia sobre qué relegar a la intimidad del momento y qué publicar a una comunidad masiva, y autoridad para afinar posteriormente las opiniones y procesos que luego serían compartidos.
Gracias a esos pilares de colaboración, co-creación y confianza, fuimos superando nuestras propias ideas sobre cómo se supone que una artista relata su quehacer, y cómo se supone que una investigadora las guía, desordenando los roles en cada conversación, entregando un soplo de refrescante libertad. Diríamos que nosotras no sabíamos que así sería, y las artistas tampoco: si pudiéramos sintetizar este proyecto, diríamos que ellas fueron arriesgadas en decir que sí, y nosotras arriesgadas en invitarlas, atreviéndonos y exponiéndonos juntas. En momentos de precariedad, temor y dudas, elegimos levantarnos mutuamente por sobre la agotada competencia, buscando caminos de salida de las infértiles lógicas patriarcales. El sentido y dirección de este proyecto fue, y seguirá siendo, darle valor a lo que importa realmente: la creación como búsqueda más allá del éxito, la escala humana por sobre la sobreproducción y el consumo, el vínculo de lo comunitario por sobre el interés individual desenfrenado.
Es posible que el feminismo se despliegue con más fuerza así: desarticulando aquellas lógicas que no nos dejan transitar por caminos diversos, que nos prohíben y cohíben, modelos que reniegan de la intuición, de la profundidad, de la espiritualidad, de la deriva, del vaivén de una conversación sin un objetivo establecido, sin una meta a la cual llegar. Nos atrevimos a desarticular lo que se supone que funciona - porque lo que se supone que funciona hoy está más cuestionado que nunca - y al interrogarlo y resistirlo comenzamos a desplazarnos hacia la construcción de algo mejor.
Hoy, las conversaciones que se extendieron por diez meses, transcritas y publicadas en la esfera digital (el blog El Gocerío) siguen su curso sumando otro medio: el de un libro físico. Luego de la virtualidad también queremos tacto, queremos oler, sentir, subrayar. Sobre todo, queremos que otros puedan hacerlo a su forma, y seguir conversando ahora con más personas, invitándolas a contagiarse con la riqueza de los imaginarios y métodos de esas doce creadoras.
Las doce entrevistas se encuentran disponibles en:
* María Victoria Guzmán (1990). Abogada y diplomada en Estética y Filosofía de la Universidad Católica, y Magíster Industrias Culturales Creativas, King's College London. Especializada en memoria cultural, sociología de la cultura, y museos, docente de estudios de museos y arte contemporáneo de la Universidad del Desarrollo, investigadora en diversos proyectos culturales, y crítica en El Gocerío con publicaciones en las revistas especializadas Palabra Pública, Artishock, Rotunda, entre otras.
* Paula Valenzuela Antúnez (1988) Artista visual licenciada de la Universidad Finis terrae, con mención en pintura. Ha participado en exposiciones colectivas e individuales siguiendo una línea de autogestión en espacios dentro y fuera de Chile. Desarrolla su quehacer artístico combinando la pintura, la gestión cultural y el mundo audiovisual. Participa en la plataforma Collectio-Collectio, trabaja en el festival internacional de cine documental DocsBarcelona Valparaíso y colabora en Mediamorfosis Chile.
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