[fr] Zoé Stark - La meseta

De la crainte à l’amour 
mon corps se laboure 
Ce désert plein d’étoiles 
Ciel Qui se déchire attire 
Je me cherche recherche 
Le désespoir n’a pas pris toute la place
Des chants à perte de vue 
Mes pieds étreignent la terre, ma terre
De la crainte à l’amour
Mon corps se laboure. 



* Zoé Stark commence à peindre en 2014, écoutant une inspiration profonde. En 2016 elle initie un cycle de performances avec Zoé Besmond de Senneville. Elle est en partenariat avec la galerie Bruno Massa depuis 2016. Elle participe au festival d’art sacré de Senlis en 2019. Elle est également poète et modèle vivant. 




© Zoé Stark.




[esp] Camila Opazo Romero - Pensamientos de origen cotidiano

Para mi amada Luna,

Recibir la propuesta para escribir sobre algún tema que se asiente en el feminismo no es complejo, ya que como mujer latinoamericana criada en una sociedad en dictadura en los años ochentas, es un tópico que vengo defendiendo hace muchos años, pero no de la misma forma que lo hacen las nuevas generaciones. Tuve el privilegio -porque en mi país estudiar así es un real privilegio, que esperamos cambiar asociado a la condición cultural lo antes posible-, de estudiar en un colegio de cultura francesa y feminista, éramos solo mujeres donde la máxima era ser libre, no someternos a ningún modelo, siempre buscar el propio. Hacer lo que quisiéramos en la vida, pero hacerlo con pasión, siendo consecuentes y luchadoras. Considero que la rebeldía y la resistencia está en la autodefinición. He tenido la suerte de que mi lucha como mujer no se ha visto supeditada a la defensa de mí misma en contra del género masculino, por el contrario, siempre he contado con la suerte de conocer hombres que saben acompañar la ruta, o que se movilizan para entender lo que eso significa. Entonces, podría decir que me considero una feminista de tomo y lomo, soy la primera en levantar la voz cuando algo no me acomoda siendo mujer, me críe en el 
des-miedo de la libertad.

Ha pasado mucho de esta etapa de mi vida y hoy me doy cuenta que, como siempre en la historia de la humanidad, algunos movimientos van más rápido que el análisis que podemos hacer sobre ellos. Desde la doctrina nos dicen que necesitamos 20 años, como mínimo, para entender un fenómeno histórico, pero el feminismo lleva más de tres siglos de movimiento revolucionario y seguiremos en él, creo que no contamos con los años de distancia sugeridos... En este punto a veces podemos sentir una superposición de ideas por sobre los ideales o viceversa y podemos tardar en re-organizar el pensamiento. 

Ahora me encuentro aquí: Son las 13:00 del día y en casa preparamos el almuerzo en familia, y como siempre, nuestra estadía juntxs está repleta de conversaciones, de inquietudes y discusiones sobre las interrogantes e ideas de cada integrante del clan. Cocino para todxs, en la cocina por lo general está mi hijo picando los ingredientes y mi hijastra, Luna, sentada conversando. Ella no quiere cocinar porque dice que lo debe hacer su papá, no yo, ni ella… somos dos mujeres y 3 hombres… siempre cocino yo; pero lo hago por amor, porque me gusta y creo que me queda delicioso. Entramos en la discusión de la cocina, algo cotidiano extensible a cualquier temática. Argumentos de todos lados fluyen hasta que Luna me enfrenta con algo de rabia en sus ojos y me dice: “Eres una Falsa Feminista”, un frío recorre mi espalda y solo quedo en silencio. Luna tiene 16 años, yo bastante más… ¿Fue insolente?, ¿tiene razón?, ¡Me sentí completamente escindida de mi rol feminista que llevo viviendo durante toda mi vida! Sus argumentos están basados en que, en la vida cotidiana y en el ritmo de nuestro clan, permito muchas cosas que ella considera machistas. Me propone que yo debería enarbolar la bandera que reclamo portar y hacer justicia de género dentro de nuestro hogar.  Un hecho tan simple y cotidiano me hace remecer mis hipótesis sobre el movimiento y mis argumentos de lucha, lo cual siempre agradezco.

Han pasado algunos meses desde ese almuerzo y por supuesto meses donde mi reflexión no ha cesado, ¿cuánto ha cambiado la idea del feminismo en estos años? Me siento una hija pobre del movimiento, mi condición de criada en dictadura confunde mucho el proceso libertario de la mujer. La generación entre los 16 y los 25 años tiene un concepto del feminismo que ha variado en algunos aspectos en relación al mío, tienen una radicalidad que adoro, pero que me cuesta llevar a cabo en algunos espacios. Coincidimos en varias cosas, no tan solo las básicas, otras las tengo que aprender, pero si hay algo de lo que estoy segura es que no soy portadora del virus del “FALSO FEMINISMO”. ¿Puedes ser feminista y no actuar cuando una mujer oprime a otra mujer? ¿Cuándo una mujer a cargo de una casa desmedra a otra por ser trabajadora de su hogar? ¿Puedes ser feminista y accionar en cualquier medio que hiera en algún aspecto a otra mujer? ¿O hacer la vista “gorda” –pasarlo por alto- como se dice en mi país? Con esto me refiero a toda índole de cosas y situaciones: personales, amorosas, laborales, económicas, derechos, sobre todo los derechos y deberes de las personas. Esto por poner algunos ejemplos, se me viene miles a la cabeza sobre todo muchos del último periodo de mi vida personal.

Hace tiempo en un grupo de compañerxs escuché a una mujer que admiro mucho decir: “Mi lucha no es de género es de clase”, y me emocioné, lo comenté con algunas personas que compartían conmigo ese periodo de mi vida. Mi lucha también es de clases, porque si veo a una mujer oprimiendo a otra, siendo practicante del falso feminismo, no dudaré en actuar. El concepto de sororidad es más que una moda, es más que una etiqueta que las mujeres debemos portar, es una condición de luchadoras que no debemos abandonar, pero en todos los sentidos, aunque sea incómodo a veces o no nos entregue el resultado que nos beneficia.

La mirada, el análisis desde las mujeres para las mujeres está relacionada con esto: Cómo el movimiento va mutando a la velocidad de la orgánica femenina, ¡rapidísimo! Hace 60 años Simone de Beauvoir consideraba que la libertad de las mujeres estaba en el trabajo. Pero cada contexto va determinando los detalles, ya que los procesos históricos también van mutando. Cuando vives una dictadura y viviendo una revolución muchas mujeres consideramos que nuestra libertad está en el trabajo, en el libre pensamiento y en la posibilidad de luchar por nuestros ideales: las calles, los medios artísticos, difusión independiente, etc. Hoy la libertad de la mujer está en el acucioso análisis de nuestros derechos, que son derechos mutables, parte del cambio civilizatorio que estamos viviendo como mundo. Aunque debo aclarar que aún luchamos por mantenernos vivas y libres de abusos físicos, esa es la máxima principal… pero la comprensión del feminismo ha evolucionado, se ha agudizado y como mujeres debemos estar en la vanguardia de eso, no tenemos disponibles la distancia de análisis y el vértigo de entender cada día de qué se trata, nuestro movimiento es real, y es aquí donde la transversalidad generacional se hace fundamental, es aquí donde nos movemos dentro de un ideal y debemos vivirlo con responsabilidad intelectual, física, emocional y espiritual.

Mi lucha es de clases con un eje sistémico de género, y mi feminismo está a salvo porque con Luna formamos un equipo de reflexión y análisis diario de nuestras vidas como mujeres, donde vivir está supeditado al diálogo, la honestidad y el amor que nos tenemos desde el día en que nos conocimos. Somos mujeres luchadoras, defendemos nuestras ideas, pero no apoyamos el falso feminismo, militamos en la provocación positiva de la agudeza del pensamiento, no en constructos sociales. Nos cuestionamos para avanzar.

Y como bien me dijo ella, no puedo dejar de decir que este breve texto lo escribo desde mi lugar de mujer, ex burguesa, porque mis padres no me pudieron pagar una carrera universitaria, ni pre-grados, ni post-grados –en Chile la educación cuesta mucho dinero y aún en el plano de la gratuidad es difícil tener acceso a ella-, vivo justo con lo que mi trabajo asalariado y mi trabajo de la fotografía me permiten, siempre estoy en la flexibilidad de buscar cómo vivir mejor según las posibilidades que me entrega el lugar donde estoy y las circunstancias que enfrento, el contexto nos define basalmente, pero no nos determina. Finalmente, soy una clásica mujer latinoamericana de clase media, hija de un pintor y una tejedora, y creo que nuestro movimiento tiene mucho por qué seguir luchando, pero no debemos engañarnos entre nosotras, ni ser condescendientes con nuestros ideales, estar siempre reflexionando respecto a: ¿Qué significa ser mujer hoy? Feminismo e interculturalidad - Feminismo y clase sociales - Feminismo y justicia - Feminismo y cultura – Feminismo y … -  Las mujeres somos parte de la sociedad, pero debemos luchar por nuestra pertenencia y permanencia en ella según nuestros propios ideales, luchar por la autodefinición y ser consecuentes con ella. Pero jamás permitir que alguien se llame feminista y apoye algún gesto de opresión o herida hacia una mujer.



* Camila Opazo Romero. Chilena, fotógrafa, he trabajado como curadora, directora de galerías de arte, editora y creadora de una revista, en su tiempo llamada TONIC, que hoy lleva por nombre LAND! Latinoamérica nunca duerme! Actualmente coordino el área de extensión de una facultad de artes. Soy una inquieta del cambio civilizatorio que actualmente vive mi país. ig @camilaop.




© Camila Opazo Romero. Fotografía análoga, 35 mm, P/A Edición de 3.




[esp] Francisca Azpiri Stambuk - La mujer de la casa/nube

A lo mejor estamos viviendo la historia que alguien dejó pendiente o quizás la repetimos hasta el infinito. Es probable que cambien algunos detalles, el escenario, los personajes, pero el argumento seguirá siendo el mismo.  Me pregunto cuántas veces habré llorado la misma pena o reído la idéntica alegría, ¿será que habremos coincidido en el día, la hora, el minuto?, ¿será posible que el pasado se multiplique y estemos todos estancados en eso que vivimos e intentamos trascender? Me lo pregunto especialmente cuando estoy sola y siento que hay otra mirada que memoriza mis gestos, que toma nota de cuánto mecanizo mis andares para no quedarme quieta. Tal vez estamos desperfectos, algo falla en nuestro afán por salir de la rueda y dejar de girar eternamente y es imposible evitar que llegue el día en que miremos atrás y no nos preguntemos qué fue que hicimos, cuál fue el punto de partida, a dónde llegaremos. Tal vez he replicado la vida de otra mujer que vivió hace siglos y por eso de vez en cuando no me reconozco o he sentido, levemente, que no me pertenezco, que hay una cuerda invisible que me empuja hacia atrás y en esa sensación de tensión inexacta el forcejeo provoca un breve déjà vu que luego olvido. Me gustaría tomarme un café con esa otra mujer que ya pasó por donde aún no he pasado y preguntarle sin preámbulos cómo lo hizo para seguir adelante ahora que en mi casa vive una mujer multiplicada en la cocina, en el escritorio, en la cama, especialmente en la cama me desparramo insomne soñando los pendientes. La casa de esta mujer se manifiesta: explotan enchufes, se trizan las ventanas, exige orden y limpieza... mi casa ahora está arriba, en una nube. A veces tengo ganas de llorar y la nube/casa se humedece, las paredes se llenan de burbujas y yo le escribo cartas a esa otra mujer sobre el papel mural desprendido para que las reciba como réplica de una lluvia de invierno que tantas otras veces le ofreció palabras, las mismas palabras que ahora escribo y ella lee. 



* Francisca Azpiri Stambuk (Santiago de Chile 1982). Licenciada en Letras y Literatura, profesora de castellano y Magíster en edición de libros. Feminista. Publicación: “Historias que me cuentan” (2020, editorial Piélago).




[esp] Pierina Ferretti - Conquistar el deseo por asalto. Una lectura de las cartas de amor de Rosa Luxemburgo

Para muchxs de nosotrxs es un verdadero placer conocer pasajes de la vida privada de nuestros personajes favoritos. Celebramos cada vez que se publican diarios íntimos, memorias o cartas que nos permiten acceder a episodios ocultos de sus biografías. Y si se trata de cuestiones amorosas, tanto mejor, pues allí reside buena parte de las historias que más saboreamos. Esto no ocurre solamente con las estrellas del rock, del cine o del deporte, también ciertas figuras políticas despiertan una fascinación parecida y, en algunos casos, se convierten en íconos contraculturales que atraviesan continentes y generaciones. Con Rosa Luxemburgo, la revolucionaria polaca asesinada hace cien años por paramilitares ultraderechistas con la complicidad de la socialdemocracia, sucede algo así. Hoy en día, y a pesar de las máquinas ideológicas que se propusieron enterrar su legado, sigue despertando una admiración y un interés que sobrepasan el orden estrictamente político e intelectual. Por eso la publicación de Dime cuando vienes…, nueva compilación de su correspondencia amorosa, es un regalo para quienes quieran conocer el costado íntimo de quien fuera la mujer más importante del movimiento obrero europeo del primer tramo del siglo veinte.

Las cartas seleccionadas, traducidas y anotadas cuidadosamente por Ángelo Narváez, prologadas por Diamela Eltit y publicadas por Banda Propia editoras, son una puerta de entrada no sólo a los vaivenes y dramas de sus relaciones amorosas, sino, y sobre todo, a dimensiones menos exploradas de su biografía: sus gustos musicales y literarios, su interés en la pintura y la botánica, sus juicios estéticos, su sensibilidad hacia la naturaleza y su exquisito sentido del humor. 

Es cierto que la vida personal de una mujer como Rosa Luxemburgo no puede escindirse de la política, que fue el indiscutible centro de gravedad en torno al que ella decidió hacer girar su vida.  Sin embargo, esta selección privilegia el reverso de su vida pública e invita a aproximarse a la textura afectiva de su escritura, a las inflexiones de la lengua amorosa que inventaba en su correspondencia, y a los claroscuros anímicos que dejaba ver a sus amantes.   

Lejos de una imagen monolítica de revolucionaria inexpugnable, en las cartas se aprecia una mujer tironeada por sus deseos personales y las exigencias de la vida militante que ha elegido. Quiere tener tiempo para sus cosas, alcanzar una “vida tranquila y pacífica”, una vida “normal” y constata a cada instante la incompatibilidad entre esos anhelos y su decisión de entregarse por entero a la política. “Cuando me senté a descansar por un momento, tan exhausta que estaba lista para abandonar el trabajo constante por la causa, dejé que mis pensamientos divagaran y tuve la sensación de que no tenía un rincón propio en ninguna parte, y que en ningún lugar existo y vivo por mí misma”, le escribe a uno de sus destinatarios. Las cartas abundan en este tipo de confesiones y quejas por el exceso de trabajo y la falta de tiempo; se repiten también las imágenes de un hipotético futuro familiar más reposado. “Sueño por ejemplo con que en nuestros tiempos libres podamos dedicarnos al estudio de la historia del arte, que tanto me atrae últimamente. Eso sería muy agradable, ¿no te parece? Así podríamos leer juntos historia del arte y visitar galerías y óperas después de nuestro trabajo serio”.

Las cartas guardan pliegues de su vida interior en los que podemos apreciar su empeño por crearse ese rincón propio deseado, planeando, por ejemplo, encuentros clandestinos con sus enamorados y permitiéndose cultivar sus gustos personales. Encuentra refugio en la literatura, la música, la pintura y la botánica. Es una amante de la primavera y del sol, elemento que persigue como si estuviera movida por un heliotropismo innato. Cuando se da esos tiempos para ella, siente la tensión entre las actividades que le brindan placer  y el desgaste que le provoca su trabajo político. “Oh, Dudu -escribe a otro de sus compañeros sentimentales-, si tuviera dos años solo para pintar, me dedicaría por completo […] Pero esos son sueños locos. No puedo permitirme hacerlo porque ni siquiera un perro necesita mis miserables pinturas, aunque la gente sí necesita los artículos que escribo”. 

La figura del político como artista frustrado es un tópico de la historia de la cultura que Rosa también encarna. Y no es un dato accesorio. La sensibilidad estética podría ser un buen índice de la sensibilidad política. Es impensable imaginar, por ejemplo, que las purgas de artistas e intelectuales que enturbian la historia de los socialismos reales hubieran contado con el acuerdo de alguien como ella, que defendió tempranamente -ante los rasgos autoritarios que observó en los comienzos de la revolución rusa-, la necesidad de asegurar la libertad de lxs que piensan distinto; la libertad, inalienable, de lxs disidentes. Sus criterios estéticos siguen también una línea coherente con ese espíritu libertario. Su juicio sobre Jean-Cristophe de Romain Rolland es indicativo de ello: “el libro -le comenta a un amante que le había recomendado su lectura- me pareció muy valiente y agradable, pero más un panfleto que una novela, no es una verdadera obra de arte. Soy tan implacablemente sensible con estas cosas que para mí incluso el trabajo tendencioso más bellamente escrito no sustituye la simple y divina calidad de la genialidad”.

En su economía íntima, sus intereses estéticos operaron como salvavidas. Por ejemplo, ante la enorme decepción que le provoca el que su partido, cediendo al nacionalismo alemán, apoyara la guerra en 1914, escribe: “hoy más que nunca tengo la convicción de que, si el hecho es que las cosas no pueden ir de otra manera, puedo encontrar todavía un encantador consuelo para mis modestas necesidades personales: un buen libro, un paseo por los prados de Südende en el hermoso clima otoñal, como en algún momento caminé contigo, Hannesle, por el rastrojo. ¡Y, por último, hay música también! ¡Ah, la música! ¡Cómo la anhelo, y qué doloroso es que nos la priven!”. En la cárcel, lee, confecciona herbolarios y hace pequeños jardines en los espacios que encuentra. Cuando sufre rupturas amorosas, se refugia en la música o se abraza a su gata, Mimí. 

Pero además de refugios, las pasiones que cultivó fueron para ella un trabajo interior, una batalla en el frente interno, cuyas conquistas excedían el campo específico de la actividad desarrollada. "Qué contenta estoy -cuenta desde la cárcel- de que hace tres años me sumergiera de repente en la botánica de la misma manera en que hago todo lo demás, de inmediato, con todo fervor, con todo mi ser [...] Como resultado, ahora me siento en casa en el mundo de la vegetación. Lo he conquistado por asalto, porque lo que se enfrenta con pasión se arraiga firmemente dentro de uno". Sentirse en casa es lo contrario de vivir a la intemperie, de no tener un rincón propio. Rosa trabajó, y mucho, para construirse esos espacios. Lo que se conquista por asalto, lo que se enfrenta con pasión, se arraiga firme dentro de uno. Debiéramos recitarlo como un mantra.  

Rosa Luxemburgo compone su mundo interior con cuidado, no por capricho, ni por distinción, ni para darse barnices culturales o el lujo de tener pasatiempos. Su cultivo interior fue su forma de rodearse de aquellas cosas que le hacían bien y que le ayudaban a recomponer su espíritu, atravesado, como ella misma describía, por una incesante oscilación entre “la esperanza y el desánimo”. Al mismo tiempo, la suya no es una invitación al abandono del mundo, a cambiar la acción política por una vida reposada y dedicada a la contemplación solitaria. Es más bien una invitación a templar la personalidad y el ánimo, y a cultivar la sensibilidad estética, para persistir en la acción política combinando firmeza y sensibilidad, intervención y escucha. Es, en definitiva, una invitación a trabajar hacia adentro el modelo de lo que queremos construir hacia afuera.   

Las cartas seleccionadas terminan en 1917, en los albores del ciclo revolucionario que se extendería desde Rusia a varios países europeos en los años siguientes. En ese torbellino de la historia que determinó el derrotero de todo el siglo XX, se zambulló Rosa Luxemburgo apenas fue liberada de la prisión en la que estaba recluida por su encendida prédica contra la guerra. Al poco tiempo, la asesinaron y lanzaron su cuerpo a un canal. Apareció varios meses después. 

Las cartas de Rosa Luxemburgo tienen una resonancia física, siguen vibrando en el cuerpo después de haberlas leído, mueven hilos internos, desentumecen el ánimo, como la buena literatura, como la música que nos gusta, como hablar con alguien que contagia pasión. Leer sus cartas hoy, atravesadxs como estamos por la intensidad de este momento excepcional, no es solo un homenaje a la grandeza de su existencia; es, sobre todo, una buena forma de recordarnos que el cultivo cuidadoso de nuestro rincón propio nos dará la fuerza y la sensibilidad necesarias para construir mundos a la altura del deseo de esas multitudes abigarradas que en distintos puntos del globo saltan torniquetes y se toman las calles. Y el deseo, lo dijo Rosa, se conquista con pasión y por asalto.   



* Pierina Ferretti. Socióloga y magíster en Estudios Latinoamericanos. Integrante de la Fundación Nodo XXI.  Escribe regularmente en revistas culturales y políticas. 





Original photography © Carolina Larrain Pulido.
Image postproduction: Andrea Balart-Perrier.

[fr] Camille Sova - j’ai joué à être une femme

j’ai joué à être une femme 
alors que je suis 
une effervescence de bulles cosmiques 

la parole est aux corps qui se meuvent 

le soleil est bruyant 
moi aussi.



* Camille Sova
Poétesse, étudiante et animatrice d'ateliers littéraires, elle réside entre les Alpes et les Pyrénées. Elle réalise des poèmes-collés à partir de mots recyclés. Certains de ses poèmes ont été publiés dans des revues, en France et au Canada. Attachée aux productions associatives et indépendantes, elle participe à différents collectifs poétiques. 




© Camille Sova.




[esp] Paloma Valenzuela Berríos - Pensamientos de pelos

Nací hembra. Desde este cuerpo he podido sentir el mundo. Y sentirme en él. Pensar el mundo. Y pensarme en él. Gestar nueva vida. Simbólica y de carne. Escribir. Parir. Amamantar. La hembridad me viene bien. Lo problemático ha sido ser “mujer”.

Una mujer debe aspirar a la belleza. Y para ser bella hay que mirar estrellas. No basta con lo que el cuerpo es. Hay que esculpirlo. Adaptarlo. Cultivar y exhibir algunas partes. Ocultar otras. Celutitis. Arrugas. Rollos. Canas. Pelos corporales. Estos últimos deben ser eliminados. Idealmente, de raíz.

Puede parecer absurdo que alguien desgaste emociones y pensamientos por ellos. Son pelos. Nada más. Pero mirado desde el interior de una comunidad -en mi caso hablo de Chile- en que el tabú de los pelos femeninos tiene fuerza y vigor, los vellos corporales pueden generar verdaderos conflictos.

El problema no son los pelos en sí, sino la exigencia que hay detrás. El deber impuesto de cambiar el propio cuerpo significa que éste, en su estado natural, no es suficiente. Hay que corregirlo. Y como se vive con el cuerpo (¿hay alguna otra manera de vivir?), esa insuficiencia se lleva a todos lados. Se vuelve omnipresente. Pero incluso más: como en la intimidad del espejo siempre está el cuerpo, esa incorrección se torna, además, íntima. Propia. Autonegadora.

Padecí las contradicciones de esa autonegación cuando tenía 15. El tabú de los pelos había entrado a tal punto en mis ojos, que cuando veía mis piernas o axilas peludas, o las de mis amigas, consideraba que se veía “muy feo”. Pero no tenía el mismo juicio cuando miraba las piernas de los hombres. Sus pelos eran “normales”. Si yo hubiera podido mirar un montón de piernas peludas sin saber si pertenecían a un hombre o a una mujer, no habría podido juzgar si se veían “feas” o “normales”. Mi juicio no era estético, sino valórico. No era que los pelos se vieran feos, sino que las mujeres no debían llevar pelos.

Yo, en tanto mujer, no debía llevar pelos. Pero cada vez que me sometía a la sesión de depilación periódica, sentía que había algo de violencia en ese acto. Una violencia autoinflingida –porque era yo quien pagaba por el servicio depilatorio-, pero justificada con la bandera de las exigencias del mundo. Esa bandera que, tanto al salir a la calle como al mirar mi reflejo, me exigía más a mí que a mis hermanos. 

No estoy exagerando. Las publicaciones en internet o en las redes sociales de mujeres sin depilar generan controversia. Un ejemplo: en la campaña publicitaria “Adidas, Superstar otoño-invierno 2017”, la modelo Arvida Byström apareció con sus piernas peludas y recibió mensajes de odio e incluso amenazas de violación [1]. Los pelos en las mujeres son feos. Poco higiénicos. Inapropiados. Y es ridículo que estas mujeres hagan de los pelos una militancia. Ese es el tenor de las críticas.

Pero el motor de esa militancia es recuperar el propio cuerpo. Nada menos. Es poder habitarlo con libertad. La dimensión interna de esa lucha es quizá la más desafiante. Esa que se lleva sin público. Sin fotos. Sin redes. Solo un cuerpo en su estado natural frente a la propia mirada. 

Hay un umbral dimensional en el espejo. Cuando se atraviesa, todo cambia. 

La eventual decisión de depilarse pasa a ser tan libre como la de hacerse un tatuaje. O ponerse un pañuelo. O vestirse de rojo. Se abre un espacio para jugar. Un espacio de auto aceptación en donde caben mil formas de belleza. Cuando eso ocurre, los pelos pierden su carga valórica. Retornan a su insignificancia. Vuelven, en fin, a ser lo que naturalmente son: nada más que delgados filamentos cilíndricos que penden de nuestra piel mamífera.





* Paloma Valenzuela Berríos. Escritora y abogada chilena. Publicaciones: “Tigresas Ardientes” (2018, Editorial Primeros Pasos); “Santiago al Abordaje, los Brujos y un Gran Viaje” (2016, Editorial OchoLibros); y “La ciudadanía también es mía” (2014, Editorial Pehuén). 




[fr] Zoé Besmond de Senneville - Elle dit qu’elle s’est perdue

Elle dit qu’elle s’est perdue
Qu’elle a oublié
Ou jamais su
Le chemin
Le bon chemin utile et nécessaire
Et utile et juste
Elle dit qu’elle voit toutes les répétitions
Défiler devant ses yeux nus
Nue elle aussi
Elle s’avance aveugle
La cécité 
Dans son patronyme
Et sur sa peau
Et dans les os
Elle dit que tout change
Que les lignes apparaissent troubles
Elle ne les connaît ne les reconnaît pas
Elle continue à dire
Elle espère ne pas s’arrêter
De dire
De dire
Car le silence
Dans les veines dans la chair
Danslesveinesdanslachair
Dans les veines et dans la chair
Le silence ça creuse.



* Zoé Besmond de Senneville est comédienne, modèle et poète. Son travail de poésie a été publié dans plusieurs revues : Les Nouveaux Délits, Sœurs, Lichen, Les Impromptus, Femlumag (2020), Anthologie du Castor Astral, Revue L’Utopie (2021), entre autres. Elle est aussi l’auteure du Journal de mes oreilles. Il est repéré par Télérama et édité en mars 2021 aux Editions Flammarion.
Revue de presse : https://linktr.ee/zoe.b2s




[esp] Angela Neira-Muñoz - Tengo una deuda con algunas mujeres

Tengo una deuda
contigo
ahora 
mujer afgana.
Tengo una deuda 
contigo
ahora
y tomaré cada piedra
y desarmaré cada cárcel
y romperé cada habitación y sus esquinas. 
Tengo una deuda 
contigo
ahora 
mujer afgana.
Tengo una deuda
y con mi palabra desobediente
y con mi lengua amenazada
y con mi boca abierta 
muy abierta 
tomaré cada piedra
cada cárcel
cada habitación
y sus esquinas 
para romperlas de una sola vez.
Tengo una deuda
contigo
ahora 
mujer afgana
y será mi palabra
tal como está
tal como la diga y la escriba
la que pague tus deudas
mujer afgana
Y será mi palabra 
tal como está
tal como la diga y la escriba 
la que pague tus deudas 
mujer afgana.



* Angela Neira-Muñoz 
(Chile, 1980) Escritora, docente y editora. Profesora de español, Magíster en Literatura, Máster en Igualdad de Género y Transformación Social, Estudios doctorales en Lingüística. Publicaciones: Tres escenas en la vida de Alicia(s) (dramaturgia; 2009 y 2016); Menester (poesía, 2015); Tengo una deuda (poesía, 2019); ‘Procesos escriturales. Mujeres de puño y letra’ (ensayo, 2018).




[esp] Lorena Gacitúa Cortez - Visitando el perdón

El azul del cielo en estos últimos días de febrero poco a poco va tornándose en un rosa violáceo -es mi hora mágica-.  Una sirena formada de nubes, con su cola desfigurándose lentamente; su cabellera crece, desenhebrándose y convirtiéndose en ondas blancas transitando por diferentes figuras. Puedo ver aparecer la luna, brillante, en relación con la claridad que aún persiste, resistiéndose a abandonar la escena. El volcán juguetea con las nubes, se esconde tras ellas, cual velo translúcido. Todo cambia, incesante… a un ritmo imperceptible, el movimiento de las nubes y las luces se acompasa con mis pensamientos y emociones, configurando una danza de formas colores, ideas, recuerdos y sensaciones corporales.  Son casi las 20:30 de la tarde y un colibrí baila alrededor del chilco que se interpone entre mí y el volcán al cual miro desde un monte de la Araucanía. Una lágrima brota junto a una danza de palabras en mi mente; belleza, paz, dignidad, vergüenza, rabia, injusticia, traición, perdón… perdón, ¡PERDÓN! queda resonando en mi corazón mientras todo sigue fluyendo, inclusive los colores del atardecer.

Comienza a anochecer y emergen en mi mente imágenes, recuerdos, vivencias que me susurran más intensamente la palabra perdón.  “Perdonar a otros, ser perdonada, perdonarme”.  He leído y escuchado que perdonar es saludable, que está asociado a la reducción del estrés y la ira, e incluso que influiría en la reducción de los niveles de colesterol. También he reflexionado sobre cómo el perdonar me haría libre, al salir de la jaula del resentimiento, la rabia y la posición de víctima. Por otra parte, también sé que hay personas que se sienten violentadas cuando alguien les ha sugerido “tienes que perdonar”, sobre todo cuando esto sucede en espacios íntimos e incluso en relaciones de terapia.  Aquí me pregunto, ¿cuál es la medida justa?

Me enseñaron que el amor todo lo puede, que el amor mueve montañas, “Si yo no tengo amor yo nada soy Señor… el amor disculpa todo, el amor es caridad”, aprendí a cantar en la misa cuando niña. Esta misma canción se repetía en la catequesis, y en mi colegio en una pequeña ciudad del centro sur de Chile. Recuerdo lo feliz y en paz que me sentía cantándola; ahora ya no soy religiosa y tampoco estoy tan segura –ni tan feliz- de lo declarado por la canción. Pareciera que los efectos de haber mordido la manzana del paraíso son una herencia que se expresa cuando se comienza a ser adolescente y no se detiene más. ¿Dónde quedan los límites frente a las traiciones, los abusos, las desconsideraciones?; si se perdona ¿se vuelve a fojas cero en una relación?, ¿dónde se va el dolor?; ¿para perdonar, es preciso que ese perdón sea solicitado? Pareciera que un alma compasiva no necesita esperar que esta solicitud aparezca, pero ¿qué pasa si no me siento capaz de perdonar?, ¿qué ocurre si me duele?, ¿qué ocurre si yo intento perdonar y a quienes pretendo perdonar no evidencian una pizca de arrepentimiento de haberme dañado, más aún creen estar en lo correcto?

No es fácil el perdón, creo…, ¿cómo se perdona sin reparar el daño generado?  Mi herencia cristiana me dice que debo perdonar, quiero, me esfuerzo, y perdono, una y otra vez.  Sin embargo, me pregunto, será que perdonar perpetúa el abuso, ese abuso constante e incesante que normalizamos en esta sociedad cristiana, patriarcal, ¿qué es lo correcto?, me pregunto mientras observo las copas de los árboles que se balancean sobre mí mostrándome lo inmenso y frágil que es todo. ¿Podrán perdonarme los árboles y los pájaros que yo perturbe con mis pensamientos su entorno? Una brisa inesperada oxigena mis pensamientos, soplándome que existen diferentes formas de entender el perdón. Me tranquiliza la idea de perdonar como un proceso, que puede visitarse de a poco -a pequeñas dosis- sin tener que quedarse en él absolutamente.  

Conversando con mi amiga Cecilia [1] -me encanta conversar con ella- me dice que a las mujeres se nos ha vedado la expresión de rabia, por lo tanto, expresarla y conectarse con ella, es revolucionario, ya que implica darse permiso para que esas emociones, prohibitivas para las mujeres, afloren.  El sentir rabia, se constituye entonces en el paso necesario para reconocer el haber sido dañada y tener derecho a la reivindicación para luego perdonar. Como siempre, Cecilia, me abre una nueva perspectiva y me gusta esta idea de entender la rabia y el perdón como parte de un continuo. Mis pensamientos y emociones danzan ahora, ¿cómo podemos las mujeres ayudarnos a liberarnos del dolor de estar atrapadas en una situación victimizante?, ¿qué hacer con la rabia que a veces nos quema y moviliza?, ¿cómo avanzar en el perdón, sin sentir que se transgrede nuestra dignidad?  Recuerdo a Chimamanda Ngozi Adichie, quien en su discurso “We should all be feminists” [Todos deberíamos ser feministas] afirma que la ira tiene una larga historia trayendo cambios positivos, y claro que sí, porque los derechos de las mujeres no se han conseguido sin luchas. Al ver esto vuelvo a la idea que la rabia o la ira sirven para poner límites y poner límites es compasivo y también auto compasivo. Así, poco a poco, voy entendiendo que perdonar no es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación requiere que quien haya ofendido solicite el perdón. En contraste, hablar de perdón implica sanar las propias heridas. Desmond Tutu dice que el perdón reconoce y nombra el daño, lo integra en la biografía, por ello a veces la reconciliación no se logra, porque no se ha nombrado la ofensa, es decir no se ha reconocido el error. Creo importante destacar esta perspectiva de diferenciar el perdón de la reconciliación. Entender el perdón como un acto propio, de autosanación, para liberarse de la cárcel de odio y resentimiento.  Esto no implica reconciliarse con quién no asume sus culpas, tampoco quiere decir aceptar las injusticias.

Un suspiro de alivio me invade y veo que el perdón entonces podría ser un proceso, más que un acto definitivo. El perdón puede ser un acto “egoísta”, siendo beneficioso para quien perdona, y también puede ser un proceso.  Es decir, no es necesario traspasar la puerta del perdón y pasar irremediablemente a otro estadio irreversible. Pareciera que es posible “visitar el perdón” gradualmente. Esta idea me agrada, trae calma, ya que a veces me alivia perdonar, pero no quiero quedarme en ese estado definitivo, sintiendo que la impunidad y la injusticia reinan. Puedo visitar el perdón y también puedo volver a un estado de no perdón -qué aliviadora se torna esta idea. 

Y el crepúsculo de marzo tiene su propio aroma, en estos días visitando la propia vulnerabilidad del dolor en el cuerpo, dando pequeños pasitos en mi jardín, refuerzo esta idea de visitar algunos estados para ir cultivándolos poco a poco, nada es tan definitivo, todo fluye, todo pasa, todo gira… así como cada persona tiene a alguien a quien podría perdonar, claramente, yo también puedo ser aquella persona difícil de perdonar para alguien más, o inclusive para mí. En un mundo de subjetividades y relaciones complejas, no es posible nunca dañar a nadie, por lo que siento ha llegado el momento de pedir y pedirme perdón.

Me alivia pensar y sentir que visitar el perdón no me obliga a la reconciliación, que el amor implica poner límites que incluyan el respeto. Aunque a veces, en situaciones de daño intrafamiliar, más sagrado que las familias, son los vínculos que se tejen con cuidado y amor, aunque no impliquen un lazo sanguíneo.  Igualmente, creo que es posible visitar el perdón, pero esta visita, no obliga a reconciliarse con quien ha dañado. Más bien, creo que es posible buscar paz para el propio corazón, lo que entrega libertad para cortar vínculos biológicos, cuando estos son dañinos. Es por eso, para perdonar, primero es necesario sentir la necesidad de liberarse del dolor que implica albergar la rabia de la injusticia experimentada.  Además, tal como nos sugiere Deborah Lee, es necesario visibilizar que cuando hemos sido dañados por situaciones traumáticas, los derechos humanos han sido violados, y que el sufrir ese horror no es culpa de la persona afectada; así como también una mente traumatizada tiende a tomar opciones traumatizadas, por lo que no se trata de perdonar o no perdonar.  

Finalmente, creo que cada persona es libre para elegir el momento de perdonar y perdonarse, e incluso a veces, el no perdonar.


[1] María Cecilia Barrientos Urra, Psicóloga especialista en terapia de familias y pareja, especialista en temas de género y discapacidad.



* Lorena Gacitúa Cortez. Psicóloga, Máster en Salud Mental Infanto Juvenil (University College London), Diplomada en Estudios de Género y Sociedad, Diplomada en Psicología Forense, Diplomada en Psicología Positiva, actualmente profundizando en la terapia centrada en la compasión con base en mindfulness (CFT). 




[eng] Daniela López and Francisca Millán - Women's legal defense: care, feminism and human rights

Love, feminism and reinvention are the three words that evoke the formation of the law firm AML Defensa de Mujeres. It all starts in 2018, when Daniela López and who writes, Francisca Millán, we were, at that time, in an incipient love relationship, in which each of us lived in a different region of Chile: she was from Valparaíso and I was from the Maule region. In that context, we came to live in Santiago and found ourselves with a lack of labor source, which, necessarily, made us get creative.

Both of us had been participating for many years, and up to that moment, in feminist activism. Also in social movements and politics. So we were very aware of what the feminist needs were within the legal world. 

The need to devise a plan to address the complex labor landscape for lawyers, together with the growing feminist tide -which, in 2018, inserted in the public agenda the incorporation of a gender perspective in all areas of life- led us to take our own violet glasses to undertake concrete actions in the face of the almost null feminist gaze within the conservative world of law.
 
The journey, initially, was stealthy and pervaded by a mixture of feelings, among them fear and expectation of how this proposal for a feminist law firm would be received in the judicial field. Considering that the application of a gender perspective posed a paradigm shift to the traditional ways of dealing, until then, with criminal and family law, for example.

In this way, the possibility arose of initiating litigation of cases that required a gender perspective for their processing, since in the absence of special treatment in the current legislation, these cases had historically been ruled against the victims of gender violence.

Today, active participation in feminism has become an issue in our favor, as it has allowed us to understand the phenomenon through which the women we represent go through, beyond the judicial sphere. That is, taking the unequal reality that women face during their lives. This in turn has allowed us, little by little, to permeate these traditional, conservative and androcentric spaces -such as the administration of justice- with this idea of material equality.
 
The work of the feminist law firm AML Defensa de Mujeres has been well received by the judiciary, in general, and also by women in need of representation, who until now had not found anyone who effectively understood the phenomenon they were facing. 

A bet that moves away from the traditional relationship of subordination with those who are represented, since we work side by side with respect to all the needs that are expressed, which allows us to contribute to the reparation of the violence experienced.
 
We transfer our feminist struggle to the law, to access to justice for women, creating precedents with a gender perspective in the courts because we refuse to renounce state justice and because we all have the right to enjoy material and formal equality before the law. 

We want aggressors to stop finding in justice a new way to harm their victims; we want justice to understand that if a man is capable of threatening the life of a woman mother, who is the primary caregiver of his children, he will never be a good father.

We have lawyers who are fully prepared in Human Rights and Gender, litigating in the various areas of law, so that inequality and the subordination of women in society and in the courts of justice, do not continue to be legitimized.

With landmark rulings such as the case of Daniela Pierre (a woman who recovered her children after they were taken from her in an irregular procedure and without translation support, which set an important precedent in relation to the treatment given by the justice system and the Chilean State to the migrant population), we have been consolidating, articulating and integrating spaces that have allowed us to make our work visible. This, not only to make ourselves known, but also as a recognition of the importance of actively maintaining the discussions of gender stereotypes that are present in the public space.

Along the same lines, we realize that, for a law firm that litigates strategically in human rights matters, the communications area is a fundamental area for the purpose of making visible the inequality that we denounce on a daily basis. That is why our first hires were women communicators. 
 
We incorporated gender logics and feminist principles, not only in the processing of our cases -which by now have been extended to other areas of law such as administrative, labor and constitutional law- but also in the way our team works by hiring only women workers. 
 
Paradoxically, this has meant the development of a different way of operating internally that has allowed us to escape from the logic that prevails today in the labor world, which has to do with high levels of exploitation and precariousness.
 
We strive to provide a fair, dignified and fairly equal payment among our partners and lawyers, as well as with the different workers of our firm. 
 
Changing these relational logics has also allowed us to operate from containment and closeness. Through these actions we vindicate the idea that the personal is political, therefore, everything that happens in the personal area of the lives of our workers, and of ourselves, is also part of the work space. 
 
In practice, this has allowed us to have safe spaces, free of violence, with a working week from Monday to Thursday. In short, we have a team of women who make it possible for AML Defensa de Mujeres to exist, with such a level of commitment. Working for the defense of women's rights in Chile is an exhausting task, full of moments of pain, anger and impotence. But, from time to time, there are victories that make it all worthwhile. Let's go for more!



* Daniela López is a feminist lawyer and founding partner of the law firm AML Defensa de Mujeres. fb @AML.DefensadeMujeres ig @amldefensademujeres tw @AmlDefensa.

* Francisca Millán is a feminist lawyer, specialized in Human Rights and Gender, and founding partner of the law firm AML Defensa de Mujeres. fb @AML.DefensadeMujeres ig @amldefensademujeres tw @AmlDefensa.



[1] Translated from the Spanish by Andrea Balart-Perrier.




[fr] Daniela López et Francisca Millán - La défense juridique des femmes : attention à l’autre, féminisme et droits humains

Amour, féminisme et réinvention sont les trois mots qui évoquent la formation du cabinet d'avocates AML Defensa de Mujeres [Défense des droits des femmes]. Tout commence en 2018, lorsque Daniela López et qui écrit, Francisca Millán, nous étions, à l'époque, dans une relation amoureuse naissante, dans laquelle chacun de nous vivait dans une région différente du Chili : elle était de Valparaíso et moi de la région de Maule. Dans ce contexte, nous sommes venus vivre à Santiago et nous nous sommes retrouvés avec un manque de source de travail, ce qui, nécessairement, nous a poussés à être créatives.

Nous participions toutes deux depuis de nombreuses années, et jusqu'à ce moment-là, à l'activisme féministe. Ainsi que dans les mouvements sociaux et la politique. Nous étions donc très conscientes des besoins féministes dans le monde juridique. 

La nécessité de concevoir un plan pour faire face au paysage complexe du travail pour les avocats, ainsi que la marée féministe croissante -qui, en 2018, a inséré dans l'agenda public l'incorporation d'une perspective de genre dans tous les domaines de la vie- nous a conduit à prendre nos propres lunettes violettes pour entreprendre des actions concrètes face au regard féministe presque nul au sein du monde conservateur du droit.
 
Le voyage, au début, a été furtif et imprégné d'un mélange de sentiments, parmi lesquels la peur et l'attente de la façon dont cette proposition de cabinet féministe serait reçue dans le domaine judiciaire. Considérant que l'application d'une perspective de genre représentait un changement de paradigme par rapport aux manières traditionnelles de traiter, jusqu'alors, le droit pénal et le droit de la famille, par exemple.

De cette façon, la possibilité s'est présentée d'initier le contentieux des affaires dont le traitement exigeait une perspective de genre, puisque, en l'absence de traitement spécial dans la législation en vigueur, ces affaires avaient historiquement été jugées contre les victimes de la violence de genre.

Aujourd'hui, la participation active dans le féminisme est devenue un enjeu en notre faveur, car elle nous a permis de comprendre le phénomène par lequel passent les femmes que nous représentons, au-delà de la sphère judiciaire. C'est-à-dire de prendre en compte la réalité inégale à laquelle les femmes sont confrontées au cours de leur vie. Cela nous a permis, petit à petit, d'imprégner ces espaces traditionnels, conservateurs et androcentriques -comme l'administration de la justice- de cette idée d'égalité matérielle.
 
Le travail du cabinet féministe AML Defensa de Mujeres a été bien accueilli par le pouvoir judiciaire, en général, et aussi par les femmes ayant besoin d'être représentées, qui jusqu'à présent n'avaient trouvé personne qui comprenait effectivement le phénomène auquel elles étaient confrontées.

Un pari qui s'éloigne de la relation traditionnelle de subordination avec les personnes représentées, puisque nous travaillons côte à côte par rapport à tous les besoins qui sont exprimés, ce qui nous permet de contribuer à la réparation de la violence vécue.
 
Nous transférons notre lutte féministe au droit, à l'accès à la justice pour les femmes, en créant des précédents avec une perspective de genre dans les tribunaux parce que nous refusons de renoncer à la justice de l'État et parce que nous avons toutes le droit de jouir de l'égalité matérielle et formelle devant la loi. 

Nous voulons que les agresseurs cessent de trouver dans la justice une nouvelle façon de nuire à leurs victimes ; nous voulons que la justice comprenne que si un homme est capable de menacer la vie d'une femme mère, qui est la principale pourvoyeuse de soins de ses enfants, il ne sera jamais un bon père.

Nous avons des avocates parfaitement préparées aux droits humains et à l'égalité des genres, qui plaident dans les différents domaines du droit, afin que l'inégalité et la subordination des femmes dans la société et dans les cours de justice ne continuent pas à être légitimées.

Avec des jugements marquants comme celui de Daniela Pierre (une femme qui a récupéré ses enfants après qu'ils lui aient été retirés dans le cadre d'une procédure irrégulière et sans l'aide d'un traducteur, ce qui a créé un précédent important en ce qui concerne le traitement réservé par le système judiciaire et l'État chilien à la population migrante), nous avons consolidé, articulé et intégré des espaces qui nous ont permis de rendre notre travail visible. Ceci, non seulement pour nous faire connaître, mais aussi comme une reconnaissance de l'importance de maintenir activement les discussions sur les stéréotypes de genre qui sont présents dans l'espace public.

Dans le même ordre d'idées, nous sommes conscientes que, pour un cabinet d'avocates qui plaide stratégiquement en matière des droits humains, le domaine de la communication est un domaine fondamental pour rendre visible l'inégalité que nous dénonçons au quotidien. C'est pourquoi nos premiers recrutements ont été des femmes communicatrices. 
 
Nous avons intégré les logiques de genre et les principes féministes, non seulement dans le traitement de nos dossiers -qui se sont étendus à d'autres domaines du droit tels que le droit administratif, le droit du travail et le droit constitutionnel- mais aussi dans la façon de travailler de notre équipe en n'engageant que des femmes. 
 
Paradoxalement, cela a signifié le développement d'un mode de fonctionnement différent à l’intérieur du cabinet qui nous a permis d'échapper à la logique qui prévaut aujourd'hui dans le monde du travail et qui est liée à des niveaux élevés d'exploitation et de précarité.
 
Nous nous efforçons d'assurer une rémunération juste, digne et équitable entre nos associées et avocates, ainsi qu'avec les différentes travailleuses de notre cabinet. 
 
Le changement de ces logiques relationnelles nous a également permis de fonctionner à partir de l’attention à l’autre et de la proximité entre nous. Par ces actions, nous défendons l'idée que le personnel est politique et que, par conséquent, tout ce qui se passe dans la sphère personnelle de nos travailleuses et de nous-mêmes fait également partie de l'espace de travail. 
 
Dans la pratique, cela nous a permis d'avoir des espaces sûrs, sans violence, avec une semaine de travail du lundi au jeudi. En bref, nous avons une équipe de femmes qui rendent possible l'existence -avec un tel niveau d'engagement- d'AML Defensa de Mujeres. Travailler pour la défense des droits des femmes au Chili est une tâche épuisante, pleine de moments de douleur, de colère et d'impuissance. Mais, de temps en temps, il y a des victoires qui font que tout cela vaut la peine. Allons-y pour plus !



* Daniela López est une avocate féministe et associée fondatrice du cabinet d'avocates AML Defensa de Mujeres. fb @AML.DefensadeMujeres ig @amldefensademujeres tw @AmlDefensa.

* Francisca Millán est une avocate féministe, spécialisée dans les droits humains et le genre, et associée fondatrice du cabinet d'avocates AML Defensa de Mujeres. fb @AML.DefensadeMujeres ig @amldefensademujeres tw @AmlDefensa.



[1] Traduit de l’espagnol par Andrea Balart-Perrier.




[esp] Daniela López y Francisca Millán - Defensa jurídica de mujeres: cuidado, feminismo y derechos humanos

Amor, feminismo y reinvención son las tres palabras que evocan la formación del estudio jurídico AML Defensa de Mujeres. Todo parte en el año 2018, cuando Daniela López y quién escribe, Francisca Millán, nos encontrábamos, en ese entonces, en una incipiente relación amorosa, en la que cada una vivía en una región distinta de Chile: ella era de Valparaíso y yo de la región del Maule. En ese contexto, vinimos a vivir a Santiago y nos encontramos con una falta de fuente laboral, que, necesariamente, hizo que nos pusiéramos creativas.

Ambas llevábamos participando durante muchos años, y hasta ese momento, en el activismo feminista. También en los movimientos sociales y en política. Por tanto, estábamos muy conscientes en relación a cuáles eran las necesidades feministas dentro del mundo del derecho. 

La necesidad de idear un plan para enfrentar el complejo panorama laboral para las y los abogados, junto con la creciente marea feminista –que, en 2018, insertó en la agenda pública la incorporación de una perspectiva de género en todos los ámbitos de la vida– nos llevó a tomar nuestras propias gafas violeta para emprender acciones concretas ante la casi nula mirada feminista dentro del conservador mundo de la abogacía.
 
El recorrido, inicialmente, fue sigiloso y estuvo invadido por una mezcla de sentimientos, entre ellos miedo y expectación de cómo sería recibida en el espacio judicial esta propuesta de estudio jurídico feminista. Considerando que la aplicación de una perspectiva de género planteó un cambio de paradigma a las tradicionales formas de enfrentar, hasta entonces, el derecho penal y de familia, por ejemplo.

En ese camino, surgió la posibilidad de iniciar litigaciones de causas que requerían de una perspectiva de género para su tramitación, ya que ante la falta de tratamiento especial de la legislación actual, estas causas, históricamente, habían sido falladas en contra de las víctimas de violencia de género.  
 
Hoy, la participación activa en el feminismo se ha vuelto una cuestión a nuestro favor, en tanto nos ha permitido entender el fenómeno por el cual atraviesan nuestras representadas, más allá de lo judicial. Es decir, llevando la desigual realidad que enfrentan las mujeres durante su vida. Lo que a su vez nos ha permitido, poco a poco, ir permeando en estos espacios tradicionales, conservadores y androcéntricos -como lo es la administración de justicia- esta idea de igualdad material.
 
El trabajo del estudio jurídico feminista AML Defensa de Mujeres ha tenido una buena recepción por parte de la judicatura, en general, y también respecto de las mujeres que requieren representación, quienes hasta ahora no habían encontrado quien entendiera efectivamente el fenómeno ante el cual se encontraban. 

Una apuesta que se aleja de la tradicional relación de subordinación con quienes son representados, ya que trabajamos codo a codo respecto de todas las necesidades que son manifestadas, lo que nos permite aportar en la reparación a la violencia vivida.
 
Trasladamos nuestra lucha feminista al derecho, al acceso a la justicia para las mujeres, gestando precedentes con perspectiva de género en tribunales porque nos rehusamos a renunciar a la justicia estatal y porque todas tenemos derecho a gozar de igualdad material y formal ante la ley. 

Buscamos que los agresores dejen de encontrar en la justicia una nueva forma de dañar a sus víctimas; que la justicia comprenda que si un hombre es capaz de atentar contra la vida de la mujer madre que es la cuidadora principal de sus hijos, jamás va a ser un buen padre.

Contamos con abogadas absolutamente preparadas en Derechos Humanos y Género, litigando en las diversas áreas del derecho, con el fin de que no se siga legitimando la desigualdad y la subordinación de las mujeres en la sociedad y en los tribunales.

Con fallos históricos como fue el caso de Daniela Pierre (mujer que recuperó a sus hijos luego de que se los arrebataran en un procedimiento irregular y sin apoyo de traducción, que marcó un precedente importante en relación al trato que le da la justicia y el Estado chileno a la población migrante), nos fuimos consolidando, articulando, y fuimos integrando espacios que nos han permitido visibilizar nuestro trabajo. Esto, no solo para darnos a conocer, sino también como un reconocimiento a la importancia de mantener activamente las discusiones de estereotipos de género que están presentes en el espacio público. 
 
En esa misma línea, nos damos cuenta de que, para un estudio jurídico que litiga estratégicamente en materias de derechos humanos, el área de comunicaciones es un área fundamental para efectos de visibilizar la desigualdad que nosotras denunciamos cotidianamente. Por eso, nuestras primeras contrataciones fueron comunicadoras. 
 
Incorporamos las lógicas de género y los principios feministas, no solo en la tramitación de nuestras causas -que a estas alturas se han ampliado a otras áreas del derecho como lo son el administrativo, el laboral y el constitucional- sino que también a la forma de trabajar de nuestro equipo a través de la contratación de trabajadoras mujeres solamente. 
 
Paradigmáticamente, esto ha significado el desarrollo de una forma distinta de operar internamente que nos ha permitido salir de las lógicas que hoy en día imperan en el mundo laboral, que tiene que ver con altos grados de explotación y precarización.
 
Nos esforzamos por entregar un pago justo, digno y bastante igualitario entre quienes somos las socias y abogadas y así como también con las distintas trabajadoras de nuestro estudio. 
 
Cambiar estas lógicas relacionales nos ha permitido, adicionalmente, operar desde la contención y la cercanía. Por medio de estas acciones reivindicamos la idea de que lo personal es político, por tanto, todo aquello que pasa en el área personal de la vida de nuestras trabajadoras, y de nosotras mismas, es parte también del espacio laboral. 
 
En la práctica, esto nos ha permitido tener espacios seguros, libres de violencia, con una jornada laboral de lunes a jueves. En definitiva, contar con un equipo humano, de mujeres, que hacen posible que exista -con tal nivel de compromiso- AML Defensa de Mujeres. Trabajar por la defensa de los derechos de las mujeres en Chile, es una labor desgastante, llena de momentos de dolor, de rabia e impotencia. Pero, de vez en cuando, hay victorias que hacen que todo valga la pena. ¡Vamos por más!



* Daniela López es abogada feminista y socia fundadora del estudio jurídico AML Defensa de Mujeres. fb @AML.DefensadeMujeres ig @amldefensademujeres tw @AmlDefensa.

* Francisca Millán es abogada feminista, especializada en Derechos Humanos y Género, y socia fundadora del estudio jurídico AML Defensa de Mujeres. fb @AML.DefensadeMujeres ig @amldefensademujeres tw @AmlDefensa.