[eng] Réjane Sénac - “Wokism”, “cancel culture”: mobilizations against injustices are better than diversions

The denunciation of a so-called "woke ideology" depoliticizes injustices and violence, especially sexist and racist ones. It also puts any discussion of inequalities in French society offside.

While an Ifop poll of March 2021 underlined that the term "wokism" was very little known in France, with only 14% of the panel having ever heard this word, the denunciation of an alleged "woke ideology" occupies a greater place in the media and political space day by day. Referring to the need to awaken to injustices, first in the face of racism in the United States, the semantics around wokism has become a means of discrediting the analysis and denunciation of injustices as long as they do not concern economic and social inequalities and/or are not limited to the stigmatization of deviant individual behavior. The construction of wokism as an enemy of the Republic and of social and national cohesion justifies staging a crusade in which it is nothing less than a matter of defending the values of the Republic and, more universally, of saving the world by finding "a vaccine against wokism", to use the words of Pierre Valentin, a master's student at the University of Panthéon-Assas, editor of the Fondapol notes and co-director of the youth section of the "Laboratoire de la République" [Laboratory of the Republic]. In the note published in September, written by the psychoanalyst Ruben Rabinovitch and the communicator Renaud Large, the Jean-Jaurès Foundation uses a more sarcastic than martial tone in castigating “the excitement of omnipotence in omnipotent-guilt”, the "social justice warrior (who) hunts down, with drooling lips, any "slippage" that he might denounce".

In a cross-party synergy based on the defense of a conservative conception of the Republic, the so-called wokism is brandished as the main political enemy in order to disqualify, in the sense of taking out of the game, the analysis and the denunciation of sexism, homophobia and racism by making them seriously subversive, because taxed as anti-republicanism. The double discrediting of this term, towards the academic world and the mobilizations against injustices, has the objective and effect of defending the French Republic against those who hold it up as a horizon to be built so that it can live up to the principles of equality, freedom and fraternity that it proclaims. The belief and the refusal of dialogue and pluralism are thus not on the side of the so-called wokism, but of this fantasized republican conception making irrelevant the debate on the means to be implemented so that the French Republic can be the thing of all, each and everyone. It is indeed significant that to say oneself at the same time for equality, feminist, anti-racist and to denounce the fights against inequalities, sexism, homophobia, racism, islamophobia is not considered as illogical or contradictory.

Wokism does not exist, but it speaks. It says the persistence of the denial of inequalities and injustices as structuring the history and the present of the French society. It speaks of the fear of thinking of a future where equality would be a "common" to build and not a sacred achievement to preserve. So that it is not a means of paralyzing the debate, but rather a part of it, let us take the time to analyze this narrative. By depoliticizing injustices, violence, especially sexist and racist, accusations of wokism sanction the discussion of the possibilities of collective and individual emancipation as offside. In order not to reduce the public debate to a division into camps in the face of a posture of authority distributing good points and anathemas on who and what is in conformity with the French Republic, let us discuss the frameworks of the debate. The richness and complexity of analyses and mobilizations against injustices deserve better than diversions.


[1] This article was first published in Libération Link.



* Réjane Sénac. Political scientist, author, among of other works, of L'égalité sans condition. Osons nous imaginer et être semblables (Rue de l'échiquier, 2019). [Unconditional equality. Let us dare to imagine ourselves and be equals]. Her new book Radicales et fluides. Les mobilisations contemporaines [Radical and fluid. Contemporary mobilizations], was published by the Sciences Po Presses on October 14. It addresses the possibility and modalities of a shared emancipation by analyzing what is common and controversial between commitments for social and ecological justice, against racism, sexism and/or speciesism, commitments often apprehended as a sum of particularistic claims. To do this, she conducted a qualitative survey of 124 association leaders and activists.



[1] Translated from the French by Andrea Balart-Perrier.




[esp] Réjane Sénac - “Wokismo”, “cultura de la cancelación”: las movilizaciones contra las injusticias son mejores que las distracciones

La denuncia de una supuesta "ideología woke [despertar]" despolitiza las injusticias y la violencia, especialmente las sexistas y racistas. También deja fuera de juego cualquier debate sobre las desigualdades en la sociedad francesa.

Mientras que una encuesta de Ifop de marzo de 2021 subrayaba que el término "wokismo" era muy poco conocido en Francia, ya que sólo el 14% del panel había oído alguna vez esta palabra, la denuncia de una supuesta "ideología woke" ocupa cada día un lugar más importante en el espacio mediático y político. Refiriéndose a la necesidad de despertar ante las injusticias, primero frente al racismo en Estados Unidos, la semántica en torno al wokismo se ha convertido en un medio para desacreditar el análisis y la denuncia de las injusticias a partir del momento en que no están relacionadas a las desigualdades económicas y sociales y/o no se limitan a la estigmatización de los comportamientos individuales desviados. La construcción del wokismo como enemigo de la República y de la cohesión social y nacional justifica la puesta en escena de una cruzada en la que se trata nada menos que de defender los valores de la República y, más universalmente, de salvar el mundo encontrando "una vacuna contra el wokismo", según las palabras de Pierre Valentin, estudiante de máster en la Universidad de Panthéon-Assas, redactor de las notas de Fondapol y codirector de la sección juvenil del "Laboratorio de la República". En la nota publicada en septiembre, redactada por el psicoanalista Ruben Rabinovitch y el comunicador Renaud Large, la Fundación Jean-Jaurès utiliza un tono más sarcástico que marcial para fustigar "la embriaguez de la omnipotencia en la culpa-omnipotente", el "guerrero de la justicia social (que) caza, con la saliva en la boca, cualquier “desliz” que pueda denunciar".

En una sinergia interpartidaria basada en la defensa de una concepción conservadora de la República, el llamado wokismo es blandido como el principal enemigo político para descalificar, en el sentido de sacar del juego, el análisis y la denuncia del sexismo, la homofobia y el racismo señalándolos como gravemente subversivos, porque se los tasa como antirrepublicanos. El doble descrédito de este término, hacia el mundo académico y las movilizaciones contra las injusticias, tiene el objetivo y el efecto de defender a la República Francesa frente a quienes la sostienen como un horizonte a construir para que esté a la altura de los principios de igualdad, libertad y fraternidad que proclama. La creencia y el rechazo del diálogo y del pluralismo no están, pues, del lado del llamado wokismo, sino de esta concepción republicana fantaseada que hace irrelevante el debate sobre los medios que hay que poner en práctica para que la República Francesa sea algo de todas y todos, de cada una y cada uno. En efecto, es significativo que proclamarse al mismo tiempo por la igualdad, feminista, antirracista y denunciar las luchas contra las desigualdades, el sexismo, la homofobia, el racismo, la islamofobia no sea considerado como ilógico o contradictorio.

El wokismo no existe, pero habla. Habla de la persistencia de la negación de las desigualdades e injusticias como estructurantes de la historia y del presente de la sociedad francesa. Habla del miedo a pensar en un futuro donde la igualdad sea un "común" a construir y no un logro sagrado a preservar. Para que no sea un medio de paralizar el debate, sino una parte de él, tomémonos el tiempo de analizar esta narrativa. Al despolitizar las injusticias, la violencia, especialmente las sexistas y racistas, las acusaciones de wokismo sancionan la discusión de las posibilidades de emancipación colectiva e individual como fuera de juego. Para no reducir el debate público a una división en bandos frente a una postura de autoridad que distribuye puntos buenos y anatemas sobre quién y qué es conforme a la República Francesa, discutamos los marcos del debate. La riqueza y la complejidad de los análisis y las movilizaciones contra las injusticias merecen algo mejor que las distracciones.


[1] Este artículo fue publicado por primera vez en Libération Link.



* Réjane Sénac. Politóloga, autora, entre otras obras, de L'égalité sans condition. Osons nous imaginer et être semblables (Rue de l'échiquier, 2019) [La igualdad sin condiciones. Atrevámonos a imaginarnos y a ser iguales]. Su nuevo libro Radicales et fluides. Les mobilisations contemporaines [Radicales y fluidas. Las movilizaciones contemporáneas], fue lanzado por Sciences Po Presses el 14 de octubre. Aborda la posibilidad y las modalidades de una emancipación compartida analizando lo que es común y lo que es controvertido entre los compromisos por la justicia social y ecológica, contra el racismo, el sexismo y/o el especismo, compromisos a menudo aprehendidos como una suma de reivindicaciones particularistas. Para ello, realizó una encuesta cualitativa entre 124 dirigentes y activistas de asociaciones.



[1] Traducido del francés por Andrea Balart-Perrier.




[fr] Réjane Sénac - « Wokisme », « cancel culture » : les mobilisations contre les injustices valent mieux que des diversions

La dénonciation d’une prétendue « idéologie woke » dépolitise les injustices et les violences, notamment sexistes et racistes. Elle met aussi hors-jeu toute discussion sur les inégalités de la société française.

Alors qu’un sondage Ifop de mars 2021 soulignait que le terme « wokisme » était très peu connu en France, avec seulement 14 % du panel qui avait déjà entendu ce mot, la dénonciation d’une prétendue « idéologie woke » occupe de jour en jour une place plus grande dans l’espace médiatique et politique. Renvoyant à la nécessité de l’éveil aux injustices, d’abord face au racisme aux Etats-Unis, la sémantique autour du wokisme est devenue un moyen de discréditer les analyses et la dénonciation des injustices à partir du moment où elles ne concernent pas les inégalités économiques et sociales et /ou ne se limitent pas à la stigmatisation de comportements individuels déviants. La construction du wokisme comme un ennemi de la République et de la cohésion sociale et nationale justifie de mettre en scène une croisade où il s’agit de rien de moins que de défendre les valeurs de la République et plus universellement encore de sauver le monde en trouvant «un vaccin contre le wokisme», pour reprendre les mots de Pierre Valentin, étudiant en master à l’université Panthéon-Assas, rédacteur des notes de la Fondapol et codirecteur du pôle jeunesse du « Laboratoire de la République ». Dans la note publiée en septembre, sous la plume du psychanalyste Ruben Rabinovitch, et du communicant Renaud Large, la Fondation Jean-Jaurès utilise, elle, un ton plus sarcastique que martial en fustigeant « l’ivresse de la toute-puissance dans la toute-culpabilité », le « social justice warrior (qui) traque, la bave aux lèvres, tout « dérapage » qu’il pourrait dénoncer ».

Dans une synergie transpartisane fondée sur la défense d’une conception conservatrice de la République, le prétendu wokisme est brandi comme l’ennemi politique principal afin de disqualifier, au sens de sortir du jeu, l’analyse et la dénonciation du sexisme, de l’homophobie et du racisme en les rendant gravement subversives, car taxées d’antirépublicanisme. Le double discrédit porté par ce terme, envers le monde académique et les mobilisations contre les injustices, a pour objectif et effet de défendre la République française contre celles et ceux qui la portent comme un horizon à construire pour qu’elle soit à la hauteur des principes d’égalité, de liberté et de fraternité qu’elle proclame. La croyance et le refus du dialogue et du pluralisme ne sont ainsi pas du côté du prétendu wokisme, mais de cette conception républicaine fantasmée rendant hors sujet le débat sur les moyens à mettre en œuvre pour que la République française soit la chose de toutes et tous, chacune et chacun. Il est en effet significatif que se dire à la fois pour l’égalité, féministe, antiraciste et dénoncer les luttes contre les inégalités, le sexisme, l’homophobie, le racisme, l’islamophobie ne soit pas considéré comme illogique ou contradictoire.

Le wokisme n’existe pas, mais il parle. Il dit la persistance du déni des inégalités et des injustices comme structurant l’histoire et le présent de la société française. Il dit la peur de penser un avenir où l’égalité serait un « commun » à construire et non un acquis sacré à conserver. Afin qu’il ne soit pas un moyen de paralyser le débat, mais qu’il en fasse partie, prenons le temps d’analyser ce récit. En dépolitisant les injustices, les violences, notamment sexistes et racistes, les accusations en wokisme sanctionnent d’un hors-jeu la discussion sur les possibilités de l’émancipation collective et individuelle. Afin de ne pas réduire le débat public à une division en camps face à une posture d’autorité distribuant bons points et anathèmes sur qui et quoi est conforme à la République française, discutons des cadres du débat. La richesse et la complexité des analyses et des mobilisations contre les injustices méritent mieux que des diversions.


[1] Cet article a été publié pour la première fois dans Libération Link



* Réjane Sénac. Politiste, autrice en particulier de L’égalité sans condition. Osons nous imaginer et être semblables (Rue de l’échiquier, 2019). Son nouvel ouvrage Radicales et fluides. Les mobilisations contemporaines, est paru aux Presses de Sciences Po le 14 octobre, et aborde la possibilité et les modalités d’une émancipation partagée en analysant ce qui fait commun et controverses entre les engagements pour la justice sociale et écologique, contre le racisme, le sexisme et/ou le spécisme, engagements souvent appréhendés comme une somme de revendications particularistes. Elle a pour cela effectué une enquête qualitative auprès de 124 responsables d’association et activistes.




[eng] Bethany Naylor - Not like other girls

“I’m not like other girls,” she said,
 as she twirled her short hair round her finger, 
“I’m cultured, ambitious, and brave” she said, 
  ignoring the looks that lingered. 

“I’m not like other girls,” she said,
 “makeup and high heels belong to barbies,
and I think much more like a man,” she said,
 “I’m nothing like those damn harpies.”

“I’m not like other girls,” she said, 
 “for men are my friends and seldom my foes,
and women are always the same” she said, 
 “could say I’m unique, I suppose.”

“I’m not like other girls,” she said, 
 “I’m a feminist, I fight for my rights,
I never put up with bullshit” she said,
 “I only wish you'd see the light.”

“I’m not like other girls,” she said, 
 “I simply don’t care for the things they do,
I don’t know anyone like me,” she said, 
 “all the rest just don’t have a clue."

“I’m not like other girls,” she said, 
 “I’m interesting and my beauty is pure, 
I lose friends because they're jealous” she said, 
  deaf to the silence around her. 

“I’m not like other girls,” she said, 
  as if ashamed of being one of us,
and well then, I don't know what else she said, 
  for she'd already lost my trust.



* Bethany Naylor. I am a writer and translator, originally from Bath but living in beautiful Valencia. I believe in the power of words, the strength of the people and the beauty of art. Apart from my writing, I also paint and make sterling silver jewellery using stones collected on my travels. 




[fr] Anaïs Rey-cadilhac - Une main perdue entre les planches de bois

Et mon amie me parle et devant moi je vois cette main de petite fille qui gratte le mur recouvert de planches en bois. Entre chaque planche, il y a une anfractuosité bien marquée, et elle place ses ongles dans ces interstices.
Mon amie parle et mes orbites la regardent mais à l’intérieur de mes yeux il y a cette planche de bois et ma main de petite fille. Elle bouge lentement et semble incertaine dans son évolution, elle bouge lentement et bientôt elle arrivera à la prochaine anfractuosité sans que l’ensemble de son corps n’ait nullement bougé. Je réponds que je ne sais pas si je viendrai au cinéma demain, et la main a cette fois atteint une planche bien lisse ; je ne sais pas ce que fais le reste du corps. Oui, un film drôle ce serait très bien ; le bois dur est rassurant sous la peau volatile de mes doigts. Je suis là apeurée et prise dans une stupéfaction étonnante et je me dirige vers la salle de classe comme d’habitude, dans une habitude si normale. Et pendant que je joue ma vie avec mon amie, il y a cette main de petite fille qui cherche les anfractuosités entre les planches de bois ; seul ce mouvement du corps, imperceptible et tenace, appartient à Lili barbouillée d’un vert grisonnant.
Il y a des herbes qui poussent à sa droite et des arbres qui viennent tapisser l'entrée de son lycée mais sur chaque tige et au dos de chaque branche il y a un tressaillement qui vient d'un peu plus bas dans le corps que la main, et la main caresse doucement les petites entailles dans le bois. Les lycéens passent devant son regard visant opiniâtrement l'au-deçà de l'apparente réalité, et dans chacun de ses pas il y a une jeune fille et une main qui caresse des planches en bois.

Elle dort et la main sur le bois vient gratter la paroi de ses songes. 
Elle se réveille et le bois vient effleurer la sortie parmi les Autres qui n’en est pas une. 
Elle boit, elle marche, elle rit, elle parle, elle s’habille copieusement, se nourrit avec soin, regarde par la fenêtre la vie qui est dehors et partout il y a l’intérieur de la main. 
C’est ça, vous voyez. Des yeux décolorés et une main qui n’en finit jamais de passer ses doigts le long d’une planche de bois aux anfractuosités réconfortantes. 

Au sein des anfractuosités parcourues par les doigts de Lili, il y a deux instances qui reviennent impertinemment se frotter contre sa peau ; Le Pourquoi, le Comment. 

Dans le Comment et le Pourquoi, il y a une vérité désirée qui n'arpente aucun des sentiers du vécu corporel ; au sein des interstices boisés, aucune instance ne vient prononcer leur nom. Le comment et le pourquoi ; ces deux instances fatidiques que lui imposaient la mère, les juges, l'Autre et toute la ribambelle des spectateurs éberlués.
« Pourquoi tu l'as laissé faire ? » « Comment est-ce que ça a pu arriver ? » « Pourquoi est-ce que tu n'as rien dit ? » dans cette dernière question se joue le drame d'un temps suspendu ou les instances logiques de la cause et de la manière ont échoué piteusement à imposer leur règle.
Pourquoi. Comment. Règne inerte d’interrogations infondées, qui s'inscrivent sur une terre stérile et dénuée de toute capacité verbale.
On ne retrouve pas le corps en étalant des mots acharnés ; elle songe de loin à ce que peux ressembler l’expérience de son film ce soir ; pendant qu’elle commence à s’habiller, le  « pourquoi » et le « comment » virevoltent autour de ce charnier de jeunesse qu'on lui avait attribué comme enfance.
 
L’enfant, la femme, Lili, et Lili et la féminité, la féminité de Lili qui appartient à tous sauf à Lili, et puis il faudra aller au cinéma bientôt, l’amie attend, les amis tendent sa vie et l’étirent devant ses yeux comme un mirage extensible ; et dans un espace recroquevillé, les deux instances attendent toujours. 
Elle regarde le miroir. Ajoute encore un peu d'artifice miroitant. Le noir sur ses yeux vient cerner la profondeur de ce regard marron qu'on a appelé « ses beaux yeux ». Sa peau est tendre, lisse et belle comme on peut l'espérer d'une peau qui a 16 ans. Le miroir est devant elle et le défi de son regard est un éternel entretien avec le regard de l'Autre. Du rouge s'ajoute sur les lèvres devant le miroir, et le masque est magnifiquement posé.
La chambre est balayée du regard, tout est présent et à son service pour la rendre plus belle encore, qu'il est jouissif de munir cette jeune fille de tous ces belles breloques.
Le masque, persona : c’était ça d’abord. L’artificialité, le sublime artificiel qui peut tout être, car il n’existe jamais qu’en surface. Elle pouvait se déguiser selon ses désirs, et dans le fil de son appartenance manquée au genre féminin, elle avait dévoilé des prouesses de fabrication. 
La femme qui veut être l’apparat splendide de la féminité, la femme encore et toujours dans les gestes, dans la voix, dans les regards qui appellent l’écho d’un désir non voulu et pourtant désiré par chacune de ses manigances. La briseuse de cœur qui n’en avait plus : une séductrice sans prunelles.

Et au milieu des bijoux, au cœur des peaux satinées, il y avait une main, une main de petite fille qui ne peut plus arrêter de caresser les planches de bois, parce que toute interruption viendrait lui montrer la scène qui se passe plus bas, ce meurtre évanescent de son bassin.



* Anaïs Rey-cadilhac, 25 ans ; intérêt pour la littérature, les sciences sociales et l’interculturalité de manière générale. 
Après des études à Lyon, je vis actuellement à Montpellier ma ville d’origine où je donne des cours de FLE (Français Langue Etrangère).




[eng] Amanda Ahumada - Fight like a girl

This is a piece of my story –  I have been trying hard for them not to, define me.
Because you see sometimes,
no matter how many pills you pop, 
you just can’t blur reality out. 
So, here it goes:
She looks at me my younger sister with those intense black eyes 
So full of meaning 
She says:
“You know that you are incredible to me, 
unique, super funny, strong”
I laugh. 
It seems as though we are still kids.
There is nothing I can do wrong 
to make this girl, this woman,
not look at me with admiration. With love.
I remember the bright lights of the courtroom:
she didn´t come. 
I am there, by his side. 
Always by his side, 
not hers. 
The fake yellow light bounce off the fake wooden tables, perfectly polished. 
I am spoken to,
I am questioned, confronted. 
My voice shakes, 
my hands shake, 
my body is paralyzed. 
I can feel the paleness of his face, almost grey.
The judge speaks:
“If the victim doesn´t speak there is not much that we can do”. 
I hear a sound, 
a trembling, familiar murmur, shit it’s me:
“I am not a victim, my family lied.”
I take his hand, we leave.
The phone rings.
It´s her voice, 
“I read everything; you know trial scripts are public?!
I read everything!”
My sister the law student; 
“You lied, you lied!”
I hear her rage.
I hear her heart breaking, I feel my heart breaking. 
And then
A year of Silence.
It’s her graduation day. 
I am not there. 
She is an exemplary student.
She walks up to the podium to receive her diploma
She is high, she can barely walk.
She is not present, she is looking for me.
And then…
I scream. “Let me go!
I am over 18, I am an adult! 
You cannot keep me here against my will!“
She is there.
I don´t see her.
I don´t see anything, hear anything.
I don´t want to be anymore,
I don´t want to come back but
the leather straps hold my wrists down.
And yet, there she is:
She runs frantically through the house:
prepare, prepare, we have to prepare!
She is coming home. 
She picks up the scissors, knives, razor blades.
What else, what else, she asks herself, must I hide?
Screams. 
More Silence.
Love – or something that felt close enough. 
Again I am by his side.
I am always by his side;
never by hers.
It’s the day of her wedding. 
I am there. 
I didn´t even know she was getting married. 
I watch from afar. 
I drink
I am wearing a pink dress, full of ruffles.
I can´t recognize myself buried in these ruffles.
I can’t recognize myself, a stranger to her. 
He is prohibited from coming. 
I have to get away from him.
I do, I am with her, whatever she needs I am with her.
Maybe life isn’t such shit after all. 
Maybe it can get better. 
Then, May happened.
It’s funny how the memory of the days after blur but the feeling is still so vivid
That night I broke the rules, and paid the price in my sleep
My home, my bed, my blue flannel pajamas, my safe place.
I froze, I am not there, I am silenced
The next day I get up and go to work, and the day after
Half a year goes by... I tell her.
I tell her
No more silence.
I had to throw them out –my pajamas they were my favorite pajamas.
“I wanted to tell you”
“I wanted to tell you”
I sent her a whatsup, an everyday whatsup.
She calls me. 
I don´t want to answer.
“DO YOU KNOW HIM” she says
“no”
“I won´t make you accuse him because the Chilean law system is a piece of shit. But there are things that we can do. 
We can kill him.”
The seriousness in her voice, 
the rage, where is my rage?
the power, 
Fuck him!
FUCK HIM!
“YOU ARE NOT TO BLAME”, she tells me. 
Am I not to blame?
I wish I could see myself just one day 
through her eyes.
You see for me to fight like a girl is to have to unlearn every day the lack of trust. 
To unlearn, that a playful tug from your boyfriend won't turn into violence, to feel secure that those who care won't turn on you, when you show weakness. To be able to take a compliment or smile.
I have to unlearn that the world is not a place where I have to control every minute of the future and present.
Unlearn that fight or flight are the only two states I have to be in because otherwise I will without doubt get hurt again. 
And most of all to be able to trust myself.
You see my reaction was fright, I froze, and I am trying so hard to forgive myself for this every day for this, to trust that if one day I see myself in a situation of risk with my 9-year-old daughter I will damn well fight with all the strength that I have, and more.
All I can hope for, for myself and all the women here is that one day "our strength will not be measured by how many times we are abused without breaking".



* Amanda Ahumada
I was born in Calgary, Alberta, Canada February 1979 to two Chileans. At 13 years of age, I started a new chapter of my life when my parents returned to Chile.
I have a beautiful daughter who fills my soul with joy.
Stand-Up Comedy The Chistolas:
Storytelling in Santiago:




[fr] Laetitia Cavagni - L'écrivaine dans le monde de la littérature

Il y a les écrivaines connues, très connues. Et puis, il y a nous, les écrivaines moins connues mais lues, parfois, par nombre de lectrices et lecteurs.
Ces écrivaines « qui marchent » et dont nous connaissons les noms, parfois les visages ont entendu aussi des absurdités littéraires sur leur écriture, leur sexe, leur physique... leur tout. Je pense à Virginie Despentes. Elle qui n'a jamais mâché son écriture et qui porte la sexualité féminine avec réalisme. Pour elle, les femmes doivent se construire en-dehors de leur identité de genre sans supporter le poids du patriarcat.
Ces écrivaines qui n'ont pas la même visibilité publique subissent pourtant les mêmes remarques ineptes. Je vous l'assure.

Un exemple ?

Deux écrivaines écrivant dans un style fantastique m'expliquent que des lecteurs masculins les interpellent sur le fait qu'il n'y ait aucune scène d'amour et si possible de scènes crues. De cul. De chatte merde. Et évidemment de pénis. Où sont les pénis ?
Ah bon ? Une femme écrivaine écrit forcément des histoires d'amour malgré son style ?  Ou intègre forcément du sentiment amoureux ?
Serions toutes des Brigitte Lahaie inconsciente de l'amour ?
Nous pouvons alors partir du postulat que même uniquement visibles par l'écriture et pas le physique, nos corps restent sexualisés et fantasmés. Notre écriture est donc, elle aussi, sexualisée et fantasmée.
Mais pourquoi ?
Voilà une première caricature.
Anne Rice, excelle dans ce milieu du fantastique avec ses personnages de vampires et l'érotisme de son écriture.
Stephenie Meyer grâce à ses Twilight.
Mary Shelley évidemment mais qui fut obligée de publier sous le nom de son époux avant d'être reconnue comme une auteure de talent.
On connaît peu de noms dans ce genre littéraire.

Un autre exemple tout en caricature intentionnelle ?

L'écrivaine qui décide d'écrire de la romance. Nous tombons, telle Alice au pays des merveilles, dans un puits sans fond de clichés aussi absurdes qu'imbéciles. Nous pourrions titrer cette caricature par « Les écrivaines au pays de l'absurdie ».
Ces écrivaines de romance sont souvent perçues comme des femmes qui s’ennuient, coincées chez elle entre un mari très occupé et des gamins très irritants. Scolarisés ou non. Peu importe. Une femme qui a choisi d'écrire afin d'employer son temps libre de façon plus intelligente, entre le balai et les légumes à éplucher.
Intelligente. Voilà bien une qualité qui ne les habille pas selon, là encore, les amoureux de la littérature, la vraie.
Ceci est grandement inexacte. Elles ont parfois créé leur maison d'édition et sont positionnées dans les milieux où les livres se vendent.

Alors que j'écrivais mon premier roman, j'ai senti une insistance importante de la part de la maison d'édition pour que mon histoire contienne des scènes crues à foison voire décrites dans ses détails les plus crus.
Or, il n'était pas question de dénaturer une légende japonaise (celle du fil rouge) ni de dénaturer tout ce qui fait l'amour pour des parties de « corps en l'air ».
Je suis une femme qui a écrit sur l'amour. Ce roman n'est pas une romance. L'amour est multiple et se vit à deux, à trois, entre membres d'une même famille, entre amis... En quoi le sexe a une place prépondérante dans l'amour multiple ?
Je suis une femme que l'on qualifie de jolie et attirante. J'écris de la poésie sans filtre. Oui, sur le sexe aussi mais je sais écrire sur des sujets autres qui touchent notre vie, notre société : la violence, les addictions, la folie, les enfants, la maladie, le bonheur, le lien à l'autre...
J'ai aussi compris, passée la lune de miel entre l'écrivaine et la maison d'édition, que mon physique et mon écriture libre seraient utilisés pour vendre.
Cela m'a bouffé. J'ai lâché l'écriture longtemps. Il faut vendre à tout prix même en se vendant soi-même.

Il m'a fallu, à de nombreuses reprises cadrer ces hommes qui me pensaient accessible et ouverte à n'importe quelle proposition. Je n'étais pas, pour eux, une auteure mais un corps sexué.
La volonté, le courage et la fermeté ont fait leur travail. Il est désormais rare qu'un lecteur se permette d'être déplacé et, dans ce cas, mes lecteurs sont présents et solidaires.

Elles sont solidaires aussi, les écrivaines de notre blog A plumes d'elles. Nous sommes trois femmes. Nous ne cherchons pas à intégrer des auteurs masculins. Chacune a sa place et ce groupe a sa cohésion.
Un autre cliché : les femmes entre elles sont de vraies pestes. Conneries.
L'une écrit de la romance, l'autre du fantastique humaniste. Et moi, j'écris sur plusieurs supports.
Nous grimpons ensemble. Nous tirons l'autre si besoin.

Pourquoi une femme doit-elle absolument jouer de ses charmes pour avoir une place ?
Pourquoi notre sexe définit le talent ou le genre littéraire ?

Dernier exemple.

J'ai écris la préface d'une réédition d'un livre de Alfred de Musset, Gamiani ou deux nuits d'excès. Une préface intéressante à écrire. Ce livre évoque la liberté assumée d'une femme et j'y fais un parallèle avec cette chanteuse magnifique caribéenne, Calypso Rose. Celle-ci, suite à un viol collectif enfant, refuse tout contact physique. La comtesse Gamiani, quant à elle, se lance, à corps perdu, dans une sexualité libre sans tabous.
À l'époque, les intellectuels de la littérature ne pouvaient penser que c'était un homme qui avait écrit ce livre et se persuadait que c'était George Sand. Celle qu'on accusait aussi de l'attitude dépravée d'Alfred de Musset.

Nous sommes donc là pour divertir, distraire et nous ouvrir à toutes propositions.

Réfléchissez à ceci. Achetez-vous principalement des livres en fonction d'un nom d'auteur masculin ou féminin ?
Quels sont vos à-priori sur l'écriture féminine ?

Je relève que, souvent, il y a une différence d'analyse d'une œuvre en fonction du genre de son auteur. « Les femmes auteures et les femmes lectrices sont catégorisées » dixit Joy Sorman auteure féministe de Boys, Boys, Boys, paru en 2005 chez Gallimard.
La sociologue Christine Detrez dans un article du magazine ActuaLitté datant de mars 2011, très justement relèvera que le milieu littéraire est certes misogyne mais que le monde entier l'est finalement. Cet article faisait suite à un débat autour de cette question de la misogynie dans le milieu littéraire, organisé entre des acteurs du livre et animé par le magazine féministe Causette. Il était relevé que le monde de l'édition bien que plutôt féminin, le monde littéraire décerne pourtant plus de prix à des auteurs que des écrivaines.

Le féminisme a une histoire encore récente dans l'histoire de l'humanité. Pour autant, Virginia Woolf avait déjà fait avancer le débat en écrivant Une chambre à soi, texte sur la place des écrivaines dans l'histoire de la littérature. Elle indique qu'une femme doit, à l'époque, avoir un peu de fortune et une chambre à soi pour accéder à l'éducation, et à la production littéraire mais aussi faire face à la critique uniquement basée sur des valeurs masculines. Entre autres car les contraintes dues à la féminité sont bien plus largement décrites dans son ouvrage.  

Qu'en est-il aujourd'hui ?
Juillet 2020, des femmes du milieu littéraire décide d'expliquer leur quotidien professionnel dans ce milieu littéraire. Banalisation de textes sur le viol, parité invisible, présence dans les manifestations culturelles moindre... 

Dans un article sur la place des femmes en littérature au Québec, le blogueur culturel, Tristan Malavoy-Racine prendra en exemple cet ancien commentaire de Bernard Pivot datant de 1999 et donc déjà précurseur des discussions actuelles sur ce sujet :« Elles ont du culot ! Je trouve que les femmes d'aujourd'hui osent des histoires que les hommes, plus réservés, plus guindés, n'écriraient jamais. Ce sont des histoires de vie quotidienne, souvent crues et cruelles, sans tabous (…). dès leur premier roman, elles ont du culot tandis que les hommes se soucient d'abord d'être des professionnels. »

Quelque soit son choix de vie, la femme dans la littérature et le monde littéraire a existé depuis pratiquement le début de l'histoire de la littérature.
Louise Labbé, poète française de la Renaissance, reconnue au même titre que Pierre de Ronsard, autre grand poète français.
Nous ne pouvons passer à côté de Madame de Lafayette dont le livre La Princesse de Clèves a créé un genre littéraire : le roman d'analyse psychologique.
Madame de Staël, écrivaine, philosophe et révolutionnaire française qui jouera un grand rôle dans l'instauration du romantisme français en littérature.

George Sand, à l'écriture et à la vie libre. Brillante et controversée.

Delphine de Vigan est l'écrivaine la plus lu en France.
Véronique Olmi, une femme qui parle des femmes et a, d'ailleurs créé en 2012, le festival de théâtre Paris des femmes.

Yasmine Reza principalement auteure de pièces de théâtre montrant l'absurde et le ridicule de notre monde contemporain.

Nos bibliothèques respectives se remplissent d'écrivaines féminines discrètes ou engagées publiquement. Leur engagement premier est dans le fait de démontrer que la plume est certes féminine mais le genre n'a pas de genre.

Lisons simplement !



* Laetitia Cavagni est écrivaine publiée (JDH éditions) et poète (recueils collectifs) du monde réel autant qu'imaginaire.
Elle ne mâche ni ses mots ni sa plume dans ses ouvrages personnels, collectifs et ce blog créé avec trois autres auteures engagées.
Retrouvez-la sur : aplumesdelles.wordpress.com
Arythmies JDH éditions




[esp] Caridad Merino - Acompañamiento y feminismo

“Vamos a preparar la tierra y
a enseñarla a ser madre,
guardar las semillas
que en su vientre van a dormir
cuidadas por dos jinetes rojos que corren por el mundo:
el aprendiz de otoño y el otoño.
Así de las raíces oscuras y escondidas
podrán salir bailando la fragancia
y el velo verde de la primavera”.

Oda al otoño – P. Neruda



Se acompañan los nacimientos como se acompaña la muerte. En silencio, atención y sobretodo total reverencia. Ocupando el mínimo espacio posible para dejar que la Vida-Vida o la Muerte-Vida hagan lo que saben, eso mismo que hacen desde el inicio de la Creación. La única voluntad que cabe es la de dejarse llevar por ese río por el que ha fluido la humanidad entera. 

Hace más de 15 años que acompaño a las mujeres en este tránsito, y cada nacimiento me ha traído un aprendizaje, unos dulces y fáciles, otros difíciles. Pero no soy una sabionda de los partos, este aprendizaje es lo contrario a la acumulación de los saberes. Nunca sé bien por dónde irá esa mujer, qué camino andará, qué miedo qué alegrías qué expectativas. Eso obliga a la atención plena, al aquí y al ahora, a rendirse al misterio. 

El aprendizaje ha sido más bien el del valor del silencio. El de confiar que es cierto que cuando se ofrecen las condiciones adecuadas, la Vida sigue su curso sagrado. Y que ahí, no hay pretensión ni opinión que valga. Entonces, acompañar un parto, ser testigo de un nacimiento, requiere de toda esa conciencia y reverencia.

El parto y el nacimiento son tránsitos sagrados, que deben ser defendidos de toda pretensión, de toda opinión, de toda ideología, y por el que todas las mujeres deberíamos ser libres de transitar como se nos plazca. No hay mujeres miedosas, no hay mujeres gordas, ni flacas, ni fuertes, ni débiles para poder andar por esos caminos. La Creación ha puesto en todas nosotras, sin excepción, esa capacidad creadora. Es un saber que corre por nuestras venas y que hemos ganado para la sobrevivencia de la especie. Si estamos aquí, si hay hombres y mujeres que habitan esta tierra, ha sido porque por siglos y siglos las mujeres los hemos parido. 

Y ahí hay una fuerza de fuente inagotable. Pura capacidad creadora, sensualidad, sexualidad, con esa intensidad y sutileza que todos conocemos, o al menos intuimos o añoramos. Entonces comprendo que sea un poder que asuste, entiendo que se quiera poseer. Y que es esa la razón por la que por siglos se ha querido manipular y subyugar. Pero el parto no es de los hombres, ni de los médicos, ni de las parteras, tampoco de las mujeres. Pertenece a la humanidad entera, a cada nacimiento, a cada cría, a cada mujer, a cada vida y a cada muerte.

Las mujeres debemos reclamar con total dignidad elegir nuestros partos, ser respetadas en nuestras elecciones, exigir conocer la dulzura de este camino. Le debemos ese reclamo a la humanidad entera, a los hijos e hijas que nacieron, a los que no y a los que están por nacer. 

Y es un derecho y también un deber. El deber de caminar nuestros propios miedos, nuestras propias sobre exigencias, nuestros prejuicios. El deber de aprender a estar aquí y ahora, con nosotras mismas también. Es un tremendo trabajo y es el “activismo” que yo más honro… porque es invisible y silencioso, muy difícil y el más poderoso. Nunca es fácil bajar a los sótanos, sacar la podredumbre para hacerla humus, tierra fértil de gozo y salud. 

Acompañar partos, es ser testigo de ese camino. A veces es un deambular esquivo, otras un andar decidido. Cada mujer desde su historia, desde su cuerpo, desde sí… y eso no importa, porque siempre-siempre termina por nacer esa certeza que habita profunda en nosotras, debajo de la tierra, en lo hondo de nuestros úteros. Eso que las mujeres sabemos.

Se acompañan los nacimientos como se acompaña la muerte. En silencio, atención y sobretodo total reverencia. No se enseña ni a parir ni a morir (en realidad tampoco a vivir) porque nadie sabe cuál es el camino que esa mujer debe andar. No lo sabe la medicina, ni la política, ni la economía, ni la psicología, no lo sabe nadie. Es un saber precioso y sagrado que está ahí, en ese tiempo sin tiempo que habitamos todos desde siempre y para siempre.

Acompañar partos me ha enseñado a nacer, a morir, a callar, a acompañar a mis hijos e hijas con reverencia en su camino. Me ha enseñado a ser paciente conmigo misma, me ha dejado experimentar la compasión y ha sido una clase magistral de humor, mucho humor.

Entonces no puedo pontificar al respecto, tampoco transformar el nacimiento en una causa. No puedo. Puedo agradecer desde lo más hondo, desde el sentir más profundo, ese tremendo poder y certeza. Y también puedo invitar. Sentémonos juntas, calentemos el té, lavemos las sábanas, vayamos a buscar esos miedos que nos reinan, esas exigencias que nos tiranizan, esas pretensiones que nos quitan la risa. Y mientras tanto, vamos contándoles a los otros como es eso de dar a luz a la humanidad entera.



* Caridad Merino
Socióloga UC con Diploma en Apego Seguro UC y en Teología UAH. Magister en Políticas Públicas UC. Dedicada a la enseñanza de la teología y a acompañar a mujeres en sus gestaciones y partos. Trabajo dirigiendo una fundación para el desarrollo sustentable (@fundacioneltoldo) y aportando desde las políticas públicas para cambiar el tipo de atención al nacimiento que se ofrece en Chile (@caridadmerino). Soy mamá de 4.




[fr] Romane Sauvage - Renverser le mythe de la sorcière

D’Ulysse à Robinson Crusoé, en passant par Narcisse ou l’arche de Noé notre société est traversée de mythes. Ils prennent la forme de textes religieux, de légendes locales ou de contes racontés aux enfants pour leur faire comprendre le monde. Mais au-delà des récits, les mythes sont sociaux, sont structurels et structurants de nos sociétés. Ils permettent d’en garantir la stabilité et de justifier son fonctionnement en déployant un message, des valeurs, croyances et idéaux. Par exemple, dans les mythes précédemment cités, les acteur.rices principaux.ales sont tous des hommes : une façon de les mettre sur le devant de la scène qui témoigne et justifie, en creux, de la place dominante des hommes dans la société occidentale. 

Naturaliser les catégories de genre

Le patriarcat, comme forme d’organisation sociale dans laquelle les hommes exercent le pouvoir dans tous les domaines, y compris dans les sphères familiales et intimes, repose sur une série de mythes. Ceux-ci peuvent être des histoires originelles, c'est-à-dire narrant les temps immémoriaux de l’origine du monde et des humains. Ils donnent un fondement et une justification au fonctionnement genré, binaire de notre société. La Bible, par exemple, pose les deux catégories comme tout à fait premières, en nommant Adam et Eve, respectivement homme et femme. Et ce, en faisant d’Eve la mère de l’humanité, elle-même créée par Dieu, à partir de la côte d’Adam. Celui-ci est ainsi décrit comme le premier humain. Par exemple, l’exégèse de Saint Jérôme, qui propose ce mot de côte, fait de cette naissance le symbole de la subordination d’Eve à Adam. 

La catégorie homme devient alors normale au sens où la position matérielle idéale dans la société est le fait d’être un homme (donc de disposer d’un ensemble d’attributs pour entrer dans cette catégorie). Mais comme le patriarcat n’est pas le seul système de normes et de valeurs qui régit le monde humain, cette position est couplée avec d’autres critères, d’autres avantages : l’origine ethnique, la classe économique, la religion, la sexualité… Le fameux « rich white old man » est, sans doute, la combinaison ultime de ces facteurs. 

Conséquemment, le masculin devient, dans les représentations, le neutre ou la base. Dans la langue française, le « masculin l’emporte sur le féminin ». Dans les journaux, le point de vue « neutre » est en réalité celui d’hommes blancs, souvent aisés [1]. Les catégories d’homme et femme sont naturalisés dans leur déséquilibre.

Distribution des attributs

Les mythes relaient aussi, par de grandes figures récurrentes, des exemples de ce qui est acceptable ou non du point de vue de la société. Dans les histoires racontées dès le plus jeune âge, les descriptions de femmes convoquent des séries d’images, d’adjectifs, de représentations qui forment la femme idéale ou son antithèse. Indirectement, ces mythes posent donc le cadre de ce qu’une femme doit être ou ne pas être. Être une femme correcte c’est être celle qui attend dans sa tour d’ivoire, victime, qu’un preux chevalier, un homme, vienne la sauver. Si aujourd’hui rares sont les personnes coincées dans des tours d’ivoire, ce profil donne indirectement la consigne aux petites filles : rester fragiles et calmes, être aidées, chaperonnées. Ou le grand méchant loup les mangera.

Et l’opposée de cette femme correcte c’est la figure ultra récurrente de la sorcière. Cette femme a évolué hors des codes de la société, de la normalité. La sorcière est le symbole de tout ce que les femmes ne doivent pas être et est, de fait, hors du système social. En la définissant comme antithèse de la femme parfaite, ce mythe permet de maintenir le système patriarcal. 

La sorcière est tantôt sexualisée, très belle et envoûtante, tantôt repoussante et malfaisante, seule et aigrie, pleine de cheveux blancs et pustules. Elle est aussi cette femme seule, cette femme à chat, cette femme à barbe, cette femme qui n’enfante pas, cette femme qui ne suit pas les préconisations religieuses. En somme, cette personne qui n’est pas femme comme le système patriarcal et hétérosexuel l’a défini. Cette femme qui refuse la binarité de la société, mais aussi tout ce que cela implique des rapports de pouvoir. Elle est la Lilith, démon féminin de la tradition juive, celle qui ne se cantonne pas à son rôle de mère mais qui choisit une sexualité débridée, en dehors des normes. 

Le renversement du mythe dans le féminisme

Les chasses aux sorcières sont radicalement misogynes en ce qu’elles s’attaquent à toute forme d’écart à ce que doit être une femme dans un système patriarcal. Car, si les sorcières font peur aux plus jeunes, elles n’ont rien de créatures aux pouvoirs malfaisants, mais sont des êtres qui ont l’audace de menacer l’intégrité du système patriarcal. Les chasses aux sorcières du XVIe siècle représentent ainsi bel et bien une série de féminicides particulièrement organisés. 

C’est l’ouvrage de Mona Chollet, Sorcières, la puissance invaincue des femmes, qui, le plus récemment, a rassemblé ce propos. L’autrice dit à France Culture, à propos des 100 000 « sorcières » tuées entre le XIVe et le XVIIIe siècle : « C’étaient beaucoup les veuves, les célibataires, les femmes qui n’étaient pas sous le contrôle d’un homme en fait. C’étaient aussi les vieilles femmes et beaucoup d’entre elles ont été brûlées à l’époque. La vieille femme, c’est aussi la femme qui n’est plus utile pour le pouvoir patriarcal. Elle a perdu sa force de travail souvent, elle ne peut plus faire d’enfants, elle n’est plus considérée comme agréable à regarder. » Si l’on ne brûle plus de sorcières, ce mythe est latent dans chacune des représentations féminines présentes dans notre société. 

Sorcière est un terme performatif, désignant la sorcière comme personnage mis au ban et mettant à l’écart la personne désignée comme telle. C’est tout l’objectif du réseau d’images lié à ce personnage. Sur France Culture, Mona Chollet détaille : « Comme les supplices étaient publics, on peut penser que le fait de voir une autre femme brûlée pour avoir eu un comportement déviant, ça devait avoir un effet disciplinaire énorme sur l’ensemble des femmes. » Ainsi, dit-elle dans son livre : « toutes les femmes, même celles qui n’ont jamais été accusées, ont subi les effets de la chasse aux sorcières. La mise en scène publique des supplices, puissant instrument de terreur et de discipline collective, leur intimait de se montrer discrètes, dociles, soumises, de ne pas faire de vagues. En outre, elles ont dû acquérir d’une manière ou d’une autre la conviction qu’elles incarnaient le mal ; elles ont dû se persuader de leur culpabilité et de leur noirceur fondamentales ». 

Et leurs conséquences ont perduré. Comme l’explique l’autrice il faut « [...] explorer la postérité des chasses aux sorcières en Europe et aux États-Unis. Celles-ci ont à la fois traduit et amplifié les préjugés à l’égard des femmes, l’opprobre qui frappait certaines d’entre elles. Elles ont réprimé certains comportements, certaines manières d’être. Nous avons hérité de ces représentations forgées et perpétuées au fil des siècles. Ces images négatives continuent à produire, au mieux, de la censure ou de l’autocensure, des empêchements ; au pire, de l’hostilité, voire de la violence. Et, quand bien même il existerait une volonté sincère et largement partagée de leur faire subir un examen critique, nous n’avons pas de passé de rechange. »

Le féminisme, c’est alors reprendre les attributs de la sorcière pour les assumer en ce qu’ils sont révolutionnaires, en ce qu’ils remettent en cause le patriarcat et ses injustices intrinsèques. Le féminisme est un renversement de ce personnage mythique qu’est la sorcière, mais aussi des représentations dont font l’objet les femmes, pour un monde plus juste. 

Le système capitaliste et patriarcal tente l’autoconservation, l'annulation de ce renversement, comme le souligne Mona Chollet : « Pratique spirituelle et/ou politique, la sorcellerie est aussi une esthétique, une mode… et un filon commercial. Elle a ses hashtags sur Instagram et ses rayons virtuels sur Etsy, ses influenceuses et ses autoentrepreneuses, qui vendent en ligne sorts, bougies, grimoires, superaliments, huiles essentielles et cristaux. Elle inspire les couturiers ; les marques s’en emparent. Rien d’étonnant à cela : après tout, le capitalisme passe son temps à nous revendre sous la forme de produits ce qu’il a commencé par détruire. » Mais à la fois, elle rappelle qu’« [une] mince ligne de crête sépare ce développement personnel – fortement mêlé de spiritualité – du féminisme et de l’empowerment politique, qui impliquent la critique des systèmes d’oppression ; mais, sur cette ligne de crête, il se passe des choses tout à fait dignes d’intérêt.» En s’appuyant sur la popularité retrouvée des sorcières, il en faudra alors peut-être peu pour faire pencher la balance du côté de la révolution féministe. 


[1] Sur ce point, lire Le génie lesbien d’Alice Coffin.



* Romane Sauvage. Diplômée en datajournalisme et journalisme, titulaire d’une licence d’histoire et d’une licence de littérature. Mes sujets de prédilections sont l’environnement, l’économie et la culture. Dans chacun d’entre eux le féminisme est un outil d’analyse majeur. 




[esp] Constanza Carlesi - La Electra que no fui…

Canto a mi padre

Cada año nace el mismo entierro al que no fui.
Nadie celebra. En la familia hay una pausa cerebral. Yo desde lejos, cuento los días que faltan para que se cumplan, mientras la lluvia hace lo suyo: nos aísla y nos encuentra. «La Electra que no fui, pero que soñé», truena dentro, grita ¡sangre de mi madre! ¡muerte de mi padre! Yo me tapo las orejas cuando escucho, las pantallas, las puertas, el alma, las bolsas de basura derramadas, la pestilencia, el perfume, la gente camina sin saber, ni sospechar lo que pasa…
Llueve el cielo, llueven los huesos, listas infinitas de personas que no conozco, el sol saliendo por fin, pero nada, no puedo recordar a ninguno de los que he querido tanto. Todos son iguales al final del camino. Las miradas se confunden, los cabellos, la sonrisa, los dientes, el sexo, los aires, la belleza, la gordura, la flaqueza y los feos que enternecieron mi cuerpo-anhelo-deseo por reencontrarme. Por ser yo otra vez, ese pequeño mili segundo que fui antes de tu única y última despedida. Mi memoria juzga todos mis actos, avanzo y regreso, avanzo y regreso, avanzo y regreso. Diciembre se pone gigante, como una manzana ensanchada de Magritte sobre mi sombrero-cerebro. O como si Adán hubiera asesinado a manzanazos a Eva. ¿Y qué hubiera pasado si a ella no le hubiera nacido el impulso? ¿Y qué pasaría si yo pudiera recordar mejor? ¿Si tuviera una memoria-micro-chip-robótica para dormir? O no mejor, para cerrar, respirar, abrir los ojos y tenerte ahí. Respirando…
Tu cuerpo alto, las señales de la muerte trepando hacia tus arterias tapadas, insistiendo en esa aorta que se rompió y sangraron los edificios mientras la gente fumaba y fumaba y el autobús no llegaba. No pasaba nada en realidad. Ya habías desaparecido.
Mucho de lo que no recuerdo, toma forma con la manzana-diciembre asesina, o maltratadora, o maldita, o enjuiciadora, o zombie, o podrida, o muerta, o inexistente, o impensada, porque Adán sería incapaz según él mismo. Incapaz sería seguro.
Entonces todo lo que no recuerdo se rompe como la aorta que sangra y mancha de injusticia el final de una historia real, que se vuelve a contar, una y otra vez hasta que vuelva a morir y se vuelva a contar y se vuelva a morir y se vuelva a contar de raíz. Se quemen los santos y se alaben demonios, ¡qué futuro! Si aquí estamos, en medio de la nada. Comiendo del vacío-pantalla y programaciones que recuerdan todo lo que ya no se puede, porque la memoria es una gran manzana que asesina y mata mujeres de la mano de un Adán que sería incapaz, que seguro que sería incapaz. Padre, escúchame, este año no puedo escribirte en paz.
Porque   los    edificios    llueven    tu    sangre… Porque no encuentro una memoria que te replique… Porque ya han pasado demasiados años y la gente olvida… Porque mueren santos dictadores y triunfan zombies chupadores
Porque las bocinas no dejan de llorar: ¡acelera, acelera que el tiempo pasa!...
¡Porque naciste un día demasiado cercano a tu muerte!
¿y entonces cuál es el rito? ¿será un grito que rompa el patético llanto de las bocinas? ¿o un llanto que limpie la sangre de los edificios? ¿o una bomba que extermine zombies chupadores y resucite santos dictadores? 
Mi padre era bueno, pero no sabía.
Me cantaba todas las noches, pero no sabía. 
Me llamaba cada tarde, pero no sabía.
Me hacía el desayuno, pero no sabía. 
Me mataba el hambre, pero no sabía.
Me borraba el recuerdo, pero no sabía. 
Me dejaba lejos, pero no sabía.
Me abrazaba nunca, pero no sabía.
Me despedía para siempre, pero tampoco sabía.

Es verdad, la imagen de la muerte no la tengo. Del grito desgarrado tampoco y menos de la familia celebrando un cuadro negro pintado. 
Estamos lejos juntos padre, pero no de la mano. No de una piel que nos dé el último abrazo. El último guiño de ternura fea, o de dientes amarillos, o de tu boca, o de tu cigarrillo en la mano, padre. Te veo muy bien vestido como siempre, perfumado, de negro y blanco, otra vez muerto, otra vez poema, otra vez tú… respirando.


Del poemario “La Estratega” de La Conirina.


[1] Puedes escuchar el voz-poema aquí: linkVoz poeta: La Conirina. Guitarra: Daniel Bardon. Clarinete y voces: Ellen Indigo. Registrado por EMSONA Studios, Valencia, España 2018.



* Constanza Carlesi Del Río (Santiago, Chile, 1985). Poeta, actriz, dramaturga y crítica teatral. Co-fundadora de GESTA, Festival de teatro porteño de mujeres (2014). Máster en Estudios hispánicos avanzados, Universitat de València (2016).  La Estratega (Petit Editor, 2017) es su poemario firmado como La Conirina. Radicada en Francia, publica Carmesí Delirio (Printcolor, 2020).