[esp] Cecilia Gašić Boj - El potencial transformador de las mujeres y la inminente innovación del sistema financiero

Mi reflexión, nuestra reflexión para Simone R/R/J ©.

Cuando en el año 1994 realicé el estudio “La Mujer Campesina y los Programas de Apoyo en Chile” (no publicado), me sentí extremadamente liberal en mi pensamiento, lo que se tradujo en que la consultora que había encargado el estudio no me dejó escribir la principal conclusión que tuve: los créditos para la inversión productiva debían ser entregados a las mujeres.

Guardé cuidadosamente en papel ese estudio por muchos años, hasta que hace unos días lo volví a revisar a propósito de la situación actual en pandemia de millones de mujeres en áreas rurales y urbanas.

Previamente a este estudio, durante el año 1992, el Ministerio de Agricultura de Chile, recibió el apoyo de la FAO para la revisión de sus políticas, programas y proyectos orientados a la pequeña agricultura, incluido los orientados a la mujer rural. Las observaciones derivadas de esta revisión a los contenidos y objetivos al área de desarrollo familiar del Programa de Transferencia Tecnológica del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), fueron que, no se tenía claro cuáles eran los roles de la mujer campesina en el hogar y cuál era su importancia. Se le reconocían sólo los roles domésticos, pero no aquellos como productora y generadora de ingresos. Su trabajo en los espacios femeninos de la producción, huerta y crianza de animales menores, así como, en la chacra y en la explotación mayor del predio, no la identificaban como una trabajadora de tiempo parcial o como una productora de alimentos de origen agrícola y pecuario para la generación de ingresos. 

Este programa, en el que se insertaba el área de desarrollo familiar como un anexo, tenía un enfoque demasiado productivo sin considerar otros aspectos de interés para las mujeres en cuanto a su rol reproductivo. Las mujeres participaban en el programa al ser esposas del beneficiario y debían firmar un documento de ingreso al programa junto con sus esposos. Quienes decidían el ingreso al programa eran ellos. Si la mujer casada o conviviente quería ser beneficiaria, no podía hacerlo si su marido no lo deseaba. Las mujeres viudas podían participar si contaban con mano de obra familiar masculina.

Lo anterior, muestra claramente el desconocimiento del sistema productivo y familiar, ya que las mujeres rurales son las principales responsables de la producción destinada a la alimentación de los miembros del hogar y, cuando no tienen acceso a la tierra, lo que es frecuente, no se les reconoce el derecho al crédito, a la participación en organizaciones, a la capacitación ni a los servicios de extensión, porque no poseen garantías tangibles para los créditos o porque no poseen tiempo o es mal visto que salgan del entorno del hogar o porque no tienen la capacidad por falta de apoyo en la ejecución de las tareas domésticas, lo que les resta tiempo de dedicación a otras actividades de interés.

Es decir, el programa acentuaba los problemas existentes. Se desconocía la realidad: para la mujer, el trabajo y la familia siempre están vinculados entre sí y gran parte de sus labores no son retribuidas monetariamente, aun cuando son tareas productivas. Esto ocurre no solo en áreas rurales, sino que también en áreas urbanas, en el marco de micro y medianas empresas familiares.

Por lo que este estudio de 1994 reflejó la preocupación integral que poseen las mujeres: el cuidado y protección del hogar y del entorno de éste.

Los problemas y propuestas priorizadas por algunas mujeres de comunas rurales fueron, generar fuentes de trabajo con el apoyo a microempresas, mejoramiento de la información de subsidios, construir viviendas, activar las juntas de vecinos, ocupar intensamente la infraestructura de las escuelas para desarrollar actividades culturales y deportivas, reparar un vehículo municipal para el transporte de enfermos, construir un gimnasio techado y habilitar un sector para la recreación y capacitar a las mujeres en ciertas especialidades, entre otras demandas de algunas zonas, que era contar con servicios básicos, donde estos eran precarios o no existían, por ejemplo el acceso al agua.

Probablemente estas propuestas son las mismas que al día de hoy vemos que se requieren en diferentes ámbitos, no solo considerando la situación pre Covid-19 en Chile, otros países de la región o en el mundo, sino que más aún, tomando en cuenta la realidad post Covid.

Está claro que la mujer rural no sólo desempeña actividades relacionadas con la producción y con la seguridad alimentaria, sino que también realiza todas las tareas del hogar. Tanto en las zonas rurales como en las áreas urbanas, la mujer suele trabajar 16 horas diarias y más. No obstante, en las zonas rurales la mayor parte de su trabajo productivo no es retribuido. 

Hoy en día se sabe, que en los hogares muy pobres encabezados por mujeres, los recursos disponibles se dedican a una mejor nutrición y educación de los hijos e hijas, incluso lo podemos ver en las declaraciones de mujeres chilenas o inmigrantes que viven en campamentos en Chile, lo que no ocurre en los núcleos igualmente pobres encabezados por hombres. Por lo que existe un vínculo directo entre el acceso de las mujeres a los recursos y al control sobre ellos y el mejoramiento de la nutrición familiar y la seguridad alimentaria.

La autonomía económica de la mujer, aún en la actualidad, está limitada por la disparidad existente en cuanto al acceso a los recursos económicos, crédito y tierra incluidos, impidiéndole asegurar un mejor nivel de vida para sí misma y para quienes dependen de ella, debido a que han acumulado menores riquezas, por lo que no poseen las garantías suficientes para ser objetos de créditos u otros apoyos monetarios.

Las crisis económicas, los programas de ajuste estructural, los conflictos armados, las sequías, la creciente migración masculina por empleo, la disolución de los matrimonios y la inestabilidad de la convivencia, han generado un crecimiento sin precedentes del número de mujeres jefas de hogar, quienes se han encontrado como únicas responsables de la supervivencia de sus familias y de la producción agrícola de la unidad productiva familiar. Una mujer sola tiene que encargarse de dar el sustento económico a la familia y realizar todas las actividades domésticas, ya sea que viva en el área rural o que viva en el área urbana.

Pensé en ese entonces (1994), ¿acaso no habría sido una buena medida entregar créditos a mujeres, a pesar de que no pudieran establecer garantías? o ¿darles autonomía a las mujeres y entregarles créditos, no obstante el marido no quisiera o él no tuviera el deseo de progresar con un cierto nivel de riesgo?

Hoy en día, creo con certeza que habría sido y sería una excelente medida y la mejor inversión que un país o una región podrían hacer. Si el sistema financiero se hubiera arriesgado y hubiera confiado y creído en el potencial transformador de las mujeres, la situación en el mundo sería radicalmente distinta.

El tiempo me demostró que estaba en lo correcto: los créditos para la inversión productiva deberían haber sido entregados a las mujeres y de esta forma haber sentado un precedente innovador. Las mujeres presentan un mejor comportamiento financiero según el informe de género en el sistema financiero chileno (Comisión para el Mercado Financiero, 2020).


Datos anexos:

Las publicaciones recientes han demostrado que la pandemia ha tenido efectos sobre el sistema alimentario, desde la producción hasta el consumo de alimentos, y sus resultados, sobre todo en términos de seguridad alimentaria y bienestar social. En América Latina y el Caribe, la pobreza y la extrema pobreza son más elevadas en las zonas rurales, pero también la informalidad del empleo y el bajo acceso a redes de protección social, lo que genera una situación de gran vulnerabilidad. La pobreza rural se asocia con la existencia de un gran contingente de pequeños productores agrícolas de baja productividad, con poca tierra, de baja calidad y acceso limitado a bienes públicos. La agricultura familiar representa, más del 90% de las explotaciones agropecuarias de la región, pero solo el 23% de la posesión de tierras agrícolas. Los trabajadores agrícolas por cuenta propia y sus familiares no remunerados, tienen el nivel más bajo de ingresos de las diferentes categorías de inserción laboral en las zonas rurales (CEPAL, 2020).

En la última publicación de CEPAL (Nº9, 10 de febrero 2021), indican que, para asegurar el acceso de las mujeres a los instrumentos de apoyo y mecanismos de financiamiento, proponen que la región deberá promover que la banca multilateral y, en particular, que los bancos de desarrollo establezcan fondos, líneas de crédito, subsidios, productos y servicios específicos para las mujeres, especialmente para las emprendedoras de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). Y, por otra parte, recomiendan que, al diseñar políticas para la reactivación económica de la región, es necesario el abordaje de los cuidados de una manera en que no sean conceptualizados necesariamente como un gasto social, sino que, considerados desde la perspectiva de la inversión. Se trata de una inversión en términos de capacidades presentes y futuras, así como, de generación de empleo de calidad, que constituye también un mecanismo para reactivar las economías.



* Cecilia Valeria Gašić Boj
Soy una mujer feliz, madre de Florencia y Diego. Tengo una hermosa familia y tuve abuelas, mujeres fuertes, independientes y cariñosas. Campeona de natación, récord de Chile. El Liceo Manuel de Salas y la Universidad de Chile, albergaron mi formación personal y profesional. Ingeniera agrónoma, amante de la naturaleza. Soy experta regional para Latinoamérica y El Caribe del Programa Neutralidad en la Degradación de las Tierras de la Convención de Lucha contra la Desertificación de Naciones Unidas. RestauraChile™ es actualmente nuestro desafío. 




3 comentarios:

  1. Que buen escrito, queda más que claro como en casi 30 años de lucha no hemos sido capaces de avanzar y entender que el rol de la mujer trabajadora dentro de nuestra sociedad y mundo, es un pilar más que fundamental en el desarrollo de actividades, de producción y crianza de nuevas generaciones, ámbitos que van de la mano. El porcentaje de desempleo de la mujer en esta crisis sanitaria demuestra.

    Arriba las mujeres dueñas de hogar, trabajadoras, criadoras, independientes y fuertes!

    ResponderEliminar
  2. Excelente trabajo.. Felicitaciones.

    ResponderEliminar
  3. Felicitaciones Cecilia, muy buen articulo. A seguir trabajando por visibilizar la importancia de las mujeres en el desarrollo de nuestras naciones

    ResponderEliminar