[esp] Magdalena Guerrero - Hacia un enfoque interseccional en los estudios feministas

Dentro del marco de las epistemologías feministas, los principios fundadores del enfoque interseccional han tenido su origen en los feminismos de la “tercera ola”, aquella caracterizada por las luchas asociadas a la estructura social que provoca las desigualdades, el reconocimiento de las diversidades dentro de la categoría “mujer” y el hecho de que los asuntos que aparecían como personales podían y debían transformarse en políticos. 

La raíz argumental del enfoque interseccional se puede encontrar en los diversos movimientos reivindicativos que tuvieron lugar durante la lucha por los derechos civiles, en los que las mujeres afroamericanas comenzaron a plantear la visibilización de «sus otras diferencias», también como constitutivas de una forma de desigualdad (Guzmán, 2015). 

Es así como los orígenes de la interseccionalidad se remontan a la década de los 70 en Estados Unidos, cuando el feminismo negro hace visibles los efectos simultáneos de discriminación que pueden generarse en torno a la raza, el género y la clase social, denunciando la visión sesgada del feminismo hegemónico o blanco que invisibilizó a las mujeres de color y aquellas que no pertenecían a la clase social dominante (Hill Collins, 1990/2000, Davis, 1981; Crenshaw, 1989 en Javiera Cubillos, 2015). 

Es en estos años que el feminismo se cuestiona la utilización del concepto de “mujer” como categoría homogeneizante en las implicancias teóricas y prácticas de la construcción social de género. De esta manera, se comienzan a pensar las articulaciones del género y la sexualidad con otros ejes de dominación como la raza y la etnicidad, no sólo en forma de analogía sino de intersección, ilustrando la simultaneidad de estas opresiones (Viveros y Gregorio, 2014). (ejes de dominación)

Es así como la perspectiva de la interseccionalidad visibiliza que la vida de las mujeres está estructurada no sólo por su condición de género, sino también a partir de diversos ejes de desigualdad social como son la clase, la raza, la discapacidad, la condición sexual, entre tantos otros, por lo que si no observamos y analizamos este conjunto de condicionantes, no podemos estudiar como éstos afectan las diversas condiciones de desigualdad en las experiencias cotidianas de las mujeres. 

La interseccionalidad se desarrolla como un marco de análisis dinámico en el que se estudian las diferencias en relación a un contexto socio-histórico, lo que implica que las múltiples diferencias no se estudian ni se presentan como categorías estáticas ni definitivas, sino en relación a un contexto singular y social de referencia. Tal como planteará Sales (2017), el enfoque interseccional entiende que las diversas categorías de desigualdad y exclusión no son ni estáticas ni uniformes, sino que son dinámicas, diversas e interactúan entre sí, creando realidades y principios de diferenciación social híbridos al combinar más de una categoría social. Es una intersección “constitutiva” en tanto se generan experiencias singulares de subordinación. 

Así, la interseccionalidad se refiere a una teoría transdisciplinaria, dirigida a comprender la complejidad de las identidades sociales y las desigualdades a través de un enfoque integrado. Rebate la compartimentación y la priorización de los principales ejes de diferenciación social, como las categorías de sexo / género, clase, raza, etnia, edad, discapacidad y orientación sexual, postulando la interacción en la producción y reproducción de las desigualdades sociales, más que un simple reconocimiento aditivo de distintos sistemas de opresión (Bilge, 2009). 

Esta teoría social interseccional entiende la realidad como una estructura social multinivel, comprendiendo los distintos niveles sociales de manera relacional, es decir, como estructuras de desigualdad que posicionan a los individuos en situaciones sociales entrelazadas (Sales, 2017). Estas estructuras o categorías de desigualdad operan tanto a nivel microsocial, por su consideración de categorías sociales superpuestas y múltiples fuentes de poder y privilegio, como a nivel macrosocial, cuestionando las formas en que los sistemas de poder inciden en la producción, organización y reproducción de las desigualdades (Bilge, 2009). 

Es definitivamente una perspectiva dinámica y relacional compleja, en tanto nos confronta con nociones no evidentes ni esclarecedoras de las identidades y de los procesos sociales, sino todo lo contrario, nos desafía a distanciarnos de las explicaciones unidimensionales, de los esquemas de pensamiento binarios y dualistas, problematizando el análisis de la realidad social. 

Ahora bien, entrando a la discusión y considerando el estatus teórico-práctico de este enfoque, desde el feminismo estructuralista, fue Patricia Hill Collins quien planteó la interseccionalidad como un paradigma y luego fue Ange Marie Hancock quien lo formaliza como un marco teórico de creencias y puntos de vista compartidos por una comunidad, proporcionando un amplio conjunto de problemas para ser investigados. Es decir, lo plantea al mismo tiempo como una teoría normativa y de investigación empírica, en tanto desarrolla un argumento teórico-normativo que apela a la necesidad de analizar conjuntamente las distintas categorías de exclusión, y como una manera de conducir la investigación empírica enfatizando la interacción de estas diferencias (Sales, 2017; Viveros, 2016). 

En este contexto, a fin de responder a problemas de justicia distributiva, poder y gobierno, así como a situaciones más concretas y singulares de la experiencia, Hancock (2007) en Bilge, (2009) y en Viveros (2016) propone seis cuestiones básicas que permiten identificar la interseccionalidad como un paradigma de investigación: 
1. En todos los problemas y procesos políticos complejos está implicada más de una categoría de diferencia. 

2. Se debe prestar atención a todas las categorías relevantes y pertinentes, pero las relaciones entre estas son variables y continúan siendo una pregunta empírica abierta. 

3. Estas categorías de diferencia se conceptualizan como producciones dinámicas de factores individuales e institucionales, simultáneamente desafiadas e impuestas a nivel institucional e individual. 

4. Cada categoría de diferencia se caracteriza por una diversidad interna.

5. Una búsqueda interseccional examina estas categorías en varios niveles de análisis e interroga las interacciones entre niveles. 

6. La aplicación de la interseccionalidad como un paradigma normativo y empírico requiere la consideración de los aspectos tanto teóricos como empíricos en los procesos de investigación. 

Ahora bien, pese a que la interseccionalidad se ha posicionado como referente teórico-práctico, el desarrollo de una metodología para abordarla es aún incipiente, dado su carácter interdisciplinario y su aplicabilidad a varios propósitos (Zapata, Cuencua y Puga, 2014). No obstante, trabajos como el de Platero (2014) plantean el desarrollo de al menos cuatro etapas que serían pertinentes en un proceso metodológico interseccional: 1) examinar críticamente las categorías analíticas con las que se interrogan los problemas sociales, 2) explicitar las relaciones mutuas que se producen entre las categorías sociales, 3) mostrar las invisibilidad de algunas realidades o problemas sociales que son “inconcebibles”, cuestionando las categorías que se han naturalizado y contribuyendo a evidenciar las ausencias y problemas sociales que habitualmente no son estudiados 4) incluir una posición situada de quien interroga y construye la realidad que analiza, incorporando nuestra posición, lugar, sesgos e intereses, y así contextualizar nuestra posición como investigadores(as) frente al fenómeno estudiado. 

De esta manera, el enfoque interseccional va más allá del sólo reconocimiento de una multiplicidad de sistemas de opresión, entregando herramientas para identificar y problematizar las heterogeneidades y continuidades de las problemáticas sociales en estudio. 
 
Es por esto que no podemos hablar de una única metodología interseccional, como tampoco se ha definido qué categorías sociales deben ser consideradas al realizar un análisis de estas características. En efecto, estudiosas del género como la Doctora en Sociología Yuval-Davis plantea que la lista de categorías a utilizar puede ser infinita, reconociendo que no hay una respuesta universalmente aplicable al análisis de cualquier realidad social (Sales, 2017). En este sentido, la académica dirá que la decisión sobre las categorías que deben formar parte de un análisis interseccional depende de las que son prioritarias o secundarias en un contexto social e histórico concreto de estudio. 

La interseccionalidad se encuentra lejos de ser un marco analítico homogéneo. Más bien se asemeja a un conjunto de aproximaciones analíticas que comparten, al menos, una raíz heurística en la noción de complejidad social (Walby et al, 2012 en Mora et al, 2018 p.71). Por una parte, hay enfoques interseccionales que se desarrollan en torno a los niveles de análisis que se pretende comprender,  tal como plantea Patricia Hill Collins (2000) en Viveros (2016); se trata de abordar cuestiones en un nivel microsociológico o macrosociológico, en tanto se consideran los efectos de las estructuras de desigualdad social en las vidas individuales o, por otra parte, se consideran los fenómenos macrosociales que interrogan la implicación de los sistemas de poder en la producción, organización y mantenimiento de las desigualdades. 

Estos distintos niveles del enfoque interseccional, según Bilge (2009) entrarían también en relación con la doble afiliación de origen teórico que se le atribuye a la interseccionalidad: el feminismo negro y el pensamiento posmoderno/postestructuralista, ya que mientras en Estados Unidos la mayoría de los trabajos que utilizan esta mirada interseccional están influidos por el feminismo negro, en Europa del Norte, la interseccionalidad se tiende a vincular más con el pensamiento posmoderno. Tal como planteará Viveros (2016), para autoras como Kathy Davis, la interseccionalidad se inscribe en el proyecto posmoderno que conceptualiza las identidades como múltiples y fluidas, encontrándose con la perspectiva foucaultiana del poder, por el énfasis en los procesos dinámicos y en la deconstrucción de las categorías normalizadoras y homogeneizantes. 

Así,  desde la coexistencia de diversos abordajes, y a pesar de que la interseccionalidad se hace cargo de un viejo problema dentro de las investigaciones feministas (como es la cuestión del poder y las lógicas de dominación), lo hace desde una articulación novedosa entre la teoría feminista crítica sobre los efectos del sexismo, del racismo y de la clase social; y la metodología crítica inspirada en la teoría feminista posmoderna (Davis, 2008 en Magliano, 2015), entendiendo que las identidades y procesos sociales varían, se transforman, interactúan, diversificando las posibilidades y desafiando las maneras de hacer ciencias sociales.


Referencias

Bilge, Sirma. (2009). Théorisations féministes de l’intersectionnalité. Diogène, (225), 70–88. doi:10.3917/dio.225.0070.

Cubillos, Javiera. (2015). La importancia de la interseccionalidad para la investigación feminista. Oxímora Revista Internacional de Etica y Política, (7), 119-137. Recuperado de: 

Guzmán, Raquel. (2015). El paradigma interseccional: rutas teórico-metodológicas para el análisis de las desigualdades sociales. En Saletti-Cuesta, L. (2015). Traslaciones en los estudios feministas. Perséfone Ediciones-Málaga Universidad. Libro electrónico. 

Magliano, María José. (2015). Interseccionalidad y migraciones: potencialidades y desafíos. Estudios Feministas, 23 (3), 691-712. http://dx.doi.org/10.1590/0104-026X2015v23n3p691

Mora, Claudia., Kottow, Andrea., Osses, Valentina., Ceballos, Marco. (editores) (2018). El género furtivo. La evidencia interdisciplinar del género en el Chile actual. Santiago: LOM.
 
Platero, Raquel. (2014). ¿Es el análisis interseccional una metodología feminista y queer?  En Mendía, Irantzu., Luxán, Marta., Legarreta, Matxalen., Guzmán, Gloria., Zirion, Iker., Azpiazu, J. (eds.). Otras formas de (re)conocer. Reflexiones, herramientas  y aplicaciones desde la investigación feminista. Universidad del País Vasco, hegoa y SIMRF: Donostia-San Sebastián. Disponible en

Sales, Tomeu (2017). Repensando la interseccionalidad desde la teoría feminista. AGORA-Papeles de Filosofía 36(2), 229-256. DOI: http://dx.doi.org/10.15304/ag.36.2.3711

Viveros, Mara. & Gregorio, Carmen.  (2014). Dossier: Sexualidades e interseccionalidad en América Latina, el Caribe y su diáspora. Revista Estudios Sociales, (49), 9-16. Doi: 10.7440/res49.2014.01. 

Viveros, Mara. (2016). La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación.  Debate Feminista, (52), 1–17. https://doi.org/10.1016/j.df.2016.09.005

Zapata, Martha., Cuenca, Andrea. y Puga, Ismael. (2014). Guía desde un enfoque interseccional. Metodología para el Diseño y Aplicación de Indicadores de Inclusión Social y Equidad en Instituciones de Educación Superior de América Latina. Berlin: MISEAL. Recuperado de:



* Magdalena Guerrero
Mujer, Madre de dos niñas, Feminista, Socióloga, Magíster en sociología, Candidata a Doctora en Ciencias Sociales. Experiencia en investigación social, en análisis y desarrollo de conocimiento vinculado a estudios de educación, género, desigualdades y metodologías cualitativas. Autora libro infantil “Somos Diversidad”, 2020 (La Bonita Ediciones). 




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