[esp] Dafne Pidemunt - Fragmentos de un discurso disidente

En ese lugar en el que la realidad es inabarcable, dolorosa, gozada fuera de la norma, vapuleada o censurada, aparece la ficción.

Así, la literatura nos muestra otros mundos posibles, que son pura realidad silenciada. 

¿Se entra en la regla cuando se instaura un derecho? 

La ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, la ley de cupo laboral trans, nos dan voz. Nos permiten “ser”, un “ser” que quizá nunca quisimos.

Nuestras formas amatorias y nuestras identidades se cristalizan dentro de la cultura. Es histórica la relación entre activismos antisistema y arte vanguardista, que en algún momento dejará de ser vanguardia para cristalizarse en una universidad.

Ya no somos esxs rarxs que durante décadas nos juntábamos en lugares escondidos (sótanos, lugares casi sin ventanas, oscuros) a leernos y disfrutarnos. Ahora tenemos una “visibilidad” que sigue respondiendo a un cis-tema que durante siglos denunciamos. Nos mostramos orgullosxs en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y por algunos países que nos ponen de moda. 

Armamos mesas de literatura disidente, stands, las multinacionales del mercado editorial nos ponen en la lista y los libros de escriteres LGBTTIQ son exhibidos como todo un boom en las vidrieras de grandes librerías.

Sus contenidos suelen ser dolorosos: violaciones para aleccionar, prostitución para sobrevivir, muertes producidas por enfermedades derivadas del VIH o formas de convivir con el virus, golpes y abusos. Vivencias que la sociedad leerá como una “ficción”.

Cuando la disidencia es feliz, cuando generamos vínculos poliamorosos, cuando salimos de la idea de “matrimonio y amor”, o nos casamos y lo enunciamos para abrir esa relación, y luego escribimos un libro de una relación poliamorosa donde se es feliz y nadie muere… ¿venden igual? La visibilidad de estas nuevas formas sigue siendo un reducto de pequeñas editoriales.

La novela “Las malas”, el boom trans de la genial Camila Sosa Villada, nombra el dolor, pero también nombra los lazos en las familias disidentes que no corresponden a lazos consanguíneos. Paula Jiménez España y Gabriela Cabezón Cámara se ríen. Mientras la poesía de la enorme Macky Corvalán, en su lenguaje de amatoria lesbiana, sigue en pequeños anaqueles. Mientras las novelas de “triejas” felices son leídas por quienes nos podemos identificar, la literatura de activismo disidente se instaura en la sociedad desde el dolor. Cantidad y cantidad de libros de personas que nos nombramos fuera de la hetero-norma ¿ya no sufrimos porque tenemos un lugar en la mesa de las grandes librerías? 

La sociedad sabe que es mentira, pero le gusta creer que hizo algo bien y leyó la novela de Julián Lopez, las crónicas de Lemebel, la poesía de Susy Shock y Perlongher. Respetan a Wilde, a Lorca, a Woolf, a Mistral, a Leduc, Mansfield, Djuna Barnes entre tantxs, silenciando el sufrimiento. 

Lo que no se puede decir como algo real se enunciará como ficción (manadas de personas que se aman en la misma cama, dos hombres que se besan en la esquina, un grupo de lesbianas que cogiendo hacen la revolución, otrxs que son violadxs, un novio que muere en un pabellón de infectología, una trans con la cara golpeada por un cliente del que de todas formas seguirá enamorada… es “ficción”. 

Allí, donde no se quiere escuchar, decimos: es ficción. Las amigas travestis del gran Pedro Lemebel en esa foto sepia de una de las crónicas de “Loco Afán”, nos miran de reojo y nos piden que no olvidemos su historia.



* Dafne Pidemunt (Buenos Aires, Argentina, 1977). Poeta, editora y gestora cultural. Tiene publicado "El juego de las estatuas", "La avidez del silencio”, y "León no es más que un nombre”. Co-dirige la editorial “La mariposa y la iguana", sobre temáticas de género y diversidad sexual. Coordina el espacio “Orgullo y prejuicio” en la Feria Internacional del libro de Buenos Aires.




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