Amar lo vivo / Aimer le vivant / Loving the living

[esp] Amar lo vivo

Hay días en que las personas que aman lo vivo se unen y dicen: el fascismo no. Eso ocurrió ayer, 07 de julio del año 2024, en la república de la Francia. El fascismo no. Sigo llorando de emoción porque fueron días de un estrés extremo. Extremo como el partido que se presentaba. Fui a votar y esperé los resultados en mi casa, no podía ni hablar. Estaba paralizada. Sentía que algo se quebraba para siempre. Una fisura del tamaño de una inmensa falla en la tierra, imposible de recomponer. Colgué de un hilo el día entero como si fuese una persona gay en las puertas de Mussolini. Recordé Una giornata particolare de Ettore Scola. Pensaba en Mastroianni intentando quitarse la vida. Pensaba en la escena con Sophia Loren en la azotea entre las sábanas secándose. Me perseguía la angustia. El fascismo no. Llevo en mí el terror del dolor impuesto, el terror de la tortura, siempre está en mí, viví diez años de mi vida en una dictadura. El fascismo no. A las 20h en punto, Libération me indicaba que el Nouveau Front Populaire había obtenido una mayoría de votos, y que el fascismo había, de hecho, obtenido un tercer lugar en número de votaciones. No lo podía creer. Lloré sin parar. La tensión había sido demasiado extrema. Pude respirar. Volver a mí misma. La que yo amo es la Francia de mis amigxs que tienen que ir a terapia porque los papeles de la prefectura no llegan, la de mis amigxs que llegaron en balsas y tienen miedo al agua porque vieron a personas ahogarse frente a sus ojos, la de mis amigxs que tienen que hacer trabajos que no tienen nada que ver con sus niveles de estudio porque no lxs consideran, la de mis amigxs artistas que crean un arte delicado y definitivo, la de mis amigxs que hablan tres o cuatro idiomas cada unx, la de mis amigxs que trabajaron en fábricas y ahora están sorprendidos de la calidad de vida que tienen en un trabajo de escritorio, la de mis amigxs que no saben sus orígenes porque estos fueron ocultados, la de mis amigxs que escriben, tocan música y bailan y rompen la inercia. La que yo amo es la Francia que resiste. La Francia que sigue adelante con humor, y que hace que este país sea lo que es: un bello paraíso donde el amor es posible. Donde la solidaridad y la unión es posible. Ayer lo vimos. Gracias, la Francia, seguimos construyéndote porque el amor siempre es posible. Firmes hacia adelante. Nunca el fascismo. Siempre el amor, el arte, la poesía y la resistencia. Viva Francia. Seguimos en el arte.  

Andrea Balart


[fr] Aimer le vivant

Il y a des jours où les gens qui aiment le vivant s’unissent et disent : pas le fascisme. C’est ce qui s’est passé hier, le 7 juillet 2024, dans la République française. Pas le fascisme. Je pleure encore d’émotion parce que c’étaient des jours de stress extrême. Extrême comme le parti qui se présentait. Je suis allée voter et j’ai attendu les résultats à la maison, je ne pouvais même pas parler. J’étais paralysée. Je sentais que quelque chose était en train de se briser pour toujours. Une fissure de la taille d’une énorme faille dans la terre, impossible à recoller. J’ai tenu à un fil toute la journée, comme si j’étais une personne homosexuelle aux portes de Mussolini. Je me suis souvenu de Una giornata particolare d’Ettore Scola. J’ai pensé à Mastroianni essayant de mettre fin à ses jours. J’ai pensé à la scène avec Sophia Loren sur le toit entre les draps qui sèchent. J’étais hanté par l’angoisse. Pas le fascisme. Je porte en moi la terreur de la douleur imposée, la terreur de la torture, elle est toujours en moi, j’ai vécu dix ans de ma vie dans une dictature. Pas le fascisme. À 20 heures précises, Libération m’a annoncé que le Nouveau Front populaire avait obtenu une majorité de voix, et que le fascisme avait, en fait, obtenu une troisième place en nombre de voix. Je n’en revenais pas. J’ai pleuré sans arrêt. La tension avait été trop extrême. Je pouvais respirer. Revenir à moi-même. Celle que j’aime, c’est la France de mes ami·e·s qui doivent aller en thérapie parce que les papiers de la préfecture n’arrivent pas, celle de mes ami·e·s qui sont arrivés en radeau et qui ont peur de l’eau parce qu’ils ont vu des gens se noyer devant leurs yeux, celle de mes ami·e·s qui doivent faire des boulots qui n’ont rien à voir avec leur niveau d’études parce qu’ils ne sont pas considérés, celle de mes ami·e·s artistes qui créent un art délicat et définitif, celle de mes ami·e·s qui parlent trois ou quatre langues chacun·e, celle de mes ami·e·s qui ont travaillé en usine et qui sont maintenant surpris de la qualité de vie qu’il·elle·s ont dans un travail de bureau, celle de mes ami·e·s qui ne connaissent pas leurs origines parce qu’elles ont été cachées, celle de mes ami·e·s qui écrivent, jouent de la musique et dansent et brisent l’inertie. Celle que j’aime, c’est la France qui résiste. La France qui avance avec humour, et qui fait de ce pays ce qu’il est : un beau paradis où l’amour est possible. Où la solidarité et l’union sont possibles. Nous l’avons vu hier. Merci, la France, nous continuons à te construire parce que l’amour est toujours possible. Fermement en avant. Jamais le fascisme. Toujours l’amour, l’art, la poésie et la résistance. Vive la France. Nous continuons dans l’art.

Andrea Balart


[eng] Loving the living

There are days when people who love the living unite and say: not fascism. That happened yesterday, July 7, 2024, in the Republic of France. Not fascism. I am still crying with emotion because these were days of extreme stress. Extreme like the party that was running. I went to vote and I waited for the results at home, I could not even speak. I was paralyzed. I felt that something was breaking forever. A fissure the size of a huge fault in the earth, impossible to put back together. I hung by a thread the whole day as if I were a gay person at the gates of Mussolini. I remembered Ettore Scola’s Una giornata particolare. I thought of Mastroianni trying to take his own life. I thought of the scene with Sophia Loren on the rooftop between the sheets drying. I was haunted by anguish. Not fascism. I carry in me the terror of imposed pain, the terror of torture, it is always in me, I lived ten years of my life in a dictatorship. Not fascism. At 8 p.m. sharp, Libération told me that the Nouveau Front Populaire had obtained a majority of votes, and that fascism had, in fact, obtained a third place in number of votes. I could not believe it. I cried non-stop. The tension had been too extreme. I could breathe. Return to myself. The one I love is the France of my friends who have to go to therapy because the papers from the prefecture do not arrive, the one of my friends who arrived in rafts and are afraid of the water because they saw people drowning in front of their eyes, the one of my friends who have to do jobs that have nothing to do with their level of studies because they are not considered, that of my artist friends who create delicate and definitive art, that of my friends who speak three or four languages each, that of my friends who worked in factories and are now surprised at the quality of life they have in a desk job, that of my friends who don’t know their origins because they were hidden, that of my friends who write, play music and dance and break the inertia. The one I love is the France that resists. The France that goes ahead with humor, and that makes this country what it is: a beautiful paradise where love is possible. Where solidarity and union is possible. We saw it yesterday. Thank you, France, we continue to build you because love is always possible. Firmly forward. Never fascism. Always love, art, poetry and resistance. Long live France. We continue in art.

Andrea Balart

Simone Revue Ciné-Club

[esp] Simone Revue Ciné-Club

Hoy es un día sombrío, pero el sábado fue un día luminoso, porque llevamos a cabo la primera sesión del club de cine, Simone Revue Ciné-Club. Conversamos y reflexionamos, bajo la dirección de la realizadora audiovisual ruso-francesa Ekaterina Panyukina, sobre la película Anatomía de una caída, de Justine Triet. Una caída como la de este país en este momento, que está lanzándose al abismo. Igual como Samuel el personaje, cae al vacío, así se está suicidando esta población, arrastrando con ellxs a todo el resto. Porque las cosas que hacemos tienen consecuencias no sólo sobre nuestras vidas, sino sobre las de los demás. Especialmente sobre las de los demás. Vinimos desde distintos lugares del planeta, Francia, Rusia, Chile, Argentina, Venezuela, a Lyon, a nuestro país, Francia, para hablar sobre cine y sobre feminismo, para que al día siguiente se nos indicara que una parte de él piensa que este es un lugar homogéneo. Que es mejor mantener una organización social que para beneficiarse de derechos y privilegios, mantiene a otrxs explotadxs, desposeídxs y subyugadxs, como explica Sylvie Laurent. La creación de una culpa, en realidad imaginaria, que hace recaer en ciertos grupos la responsabilidad de una cierta situación que en realidad se buscar mantener. Como en la película, la culpa de Sandra, su desborde de los estereotipos, y la llamada al orden que se le hace, mediante un juicio público. Todxs quienes no nacimos acá o tenemos dos nacionalidades estamos en esa sala de audiencias, al centro, mientras nos preguntan cosas y nos indican la fatalidad de nuestra culpa, como el psicoanalista o el experto le explican a Sandra en relación a su responsabilidad en el estado y posterior muerte de Samuel. Es sólo un mecanismo de inversión de la culpabilidad, para mantener todo intacto, un sistema cuya base está construida sobre la opresión de un grupo sobre otro. La película retrata bien el costo invisible de ser mujer, cuando Sandra al final dice, pensé que me sentiría eufórica de haber ganado el juicio, pero me siento neutra, plana, está diciendo lo siguiente: he batallado tanto que pensé que sería reconocido, pero no. Así funciona, un desborde de energía en intentar alcanzar expectativas contradictorias y opresivas como el fascismo, para luego caer en cuenta que vencerlas no te deja en una situación alentadora, más bien te deja fundida. Comienzas desde más atrás. Lo vas observando y sintiendo en el camino. Hasta que tal vez es demasiado tarde, o no. Tal vez estamos en la sala de audiencias imputadxs por responsabilidades que nos exceden, pero al mismo tiempo no lo estamos. Porque como Sandra, sabemos que se inventa en nuestro nombre. Para fines que tienen más que ver con mantener y oprimir que con la búsqueda de unas verdades. No hundimos este barco, de eso estoy segura, al contrario, se hunde solo, igual que Samuel. La destrucción a fuego lento de algo que ha costado construir, no puede arreglarse con una elección anticipada, que lo único que hace es mostrar el grado de destrucción. Por qué las personas están votando por fascistas. ¿Realmente creen en las barbaridades de las que ellxs hablan? ¿Realmente quieren la lenta opresión de ellxs mismxs y de los demás? ¿Qué es un país? si no las ganas de organizarnos con solidaridad. El impulso de crear un espacio y tiempo en que cada miembro pueda florecer. Esto es más que el resultado de una elección, es la ceguera impuesta, como la del personaje de Daniel en la película, que se nos viene encima en relación a un tejido social que tenemos que proteger y en cambio estamos enredando, que nos sitúa unxs contra otrxs, cuando en realidad estamos todxs en el mismo barco que se hunde. El mismo cuerpo que cae el abismo. Sobre la nieve que se derrite porque el calor aumenta. Cada año. Destruir un sistema de solidaridad, un sistema de sororidad y fraternidad, tiene costos. Altísimos. Un sistema de igualdad. Si no entendemos bien qué significa eso, entonces podemos crearlo, pero no vamos a quedarnos de brazos cruzados, culpándonos los unxs a los otrxs cuando en realidad debiésemos estar trabajando todxs juntxs por algo mejor. Sí a la creación, no al fascismo, la anatomía de esta caída no va determinarnos. El 07 de julio mostraremos qué es lo que somos, un país de derechos humanos, sin opresión y con solidaridad.

Andrea Balart 


[fr] Simone Revue Ciné-Club

Aujourd’hui est un jour sombre, mais samedi était un jour lumineux, car nous avons tenu la première séance du ciné-club, Simone Revue Ciné-Club. Nous avons parlé et réfléchi, sous la direction de la réalisatrice audiovisuelle russe-française Ekaterina Panyukina, sur le film Anatomie d’une chute, de Justine Triet. Une chute comme celle de ce pays en ce moment, qui plonge dans l’abîme. Tout comme Samuel, le personnage, tombe dans le vide, cette population se suicide, entraînant avec elle tout le reste. Parce que les choses que nous faisons ont des conséquences non seulement sur notre vie, mais aussi sur la vie des autres. Surtout sur la vie des autres. Nous sommes venus de différents endroits de la planète, de France, de Russie, du Chili, d’Argentine, du Venezuela, à Lyon, dans notre pays, la France, pour parler de cinéma et de féminisme, pour entendre dire le lendemain qu’une partie de la population pense qu’il s’agit ici d’un endroit homogène. Qu’il vaut mieux maintenir une organisation sociale qui, pour bénéficier de droits et de privilèges, maintient les autres dans l’exploitation, la dépossession et la soumission, comme l’explique Sylvie Laurent. La création d’une culpabilité, en fait imaginaire, qui rend certains groupes responsables d’une certaine situation qu’ils cherchent en fait à maintenir. Comme dans le film, la culpabilité de Sandra, son débordement des stéréotypes, et le rappel à l’ordre qui lui est fait, à travers un procès public. Nous tout·e·s qui ne sommes pas né·e·s ici ou qui avons deux nationalités sommes dans cette salle d’audience, au centre, pendant qu’on nous pose des questions et qu’on souligne la fatalité de notre culpabilité, comme le psychanalyste ou l’expert l’explique à Sandra par rapport à sa responsabilité dans l’état de Samuel et dans sa mort ultérieure. Ce n’est qu’un mécanisme d’inversion de la culpabilité, pour maintenir intact un système dont le fondement est l’oppression d’un groupe sur un autre. Le film dépeint bien le coût invisible d’être une femme, lorsque Sandra dit à la fin, je pensais que je me sentirais euphorique d’avoir gagné le procès, mais je me sens neutre, plate, elle dit ceci : j’ai tellement lutté que je pensais être reconnue, mais je ne le suis pas. C’est ainsi que cela fonctionne, un débordement d’énergie pour essayer d’atteindre des attentes contradictoires et oppressives comme le fascisme, pour ensuite se rendre compte que les surmonter ne vous laisse pas dans une situation encourageante, mais plutôt dans une situation d’épuisement. Tu commences de plus loin. Tu l’observes et tu le ressens tout au long du chemin. Jusqu’à ce qu'il soit trop tard, ou pas. Peut-être sommes-nous dans la salle d’audience, chargé·e·s de responsabilités qui nous dépassent, mais en même temps nous ne le sommes pas. Parce que, comme Sandra, nous savons que c’est en notre nom que ça a été inventé. À des fins qui ont plus à voir avec le maintien et l’oppression qu’avec la recherche de vérités. Nous n’avons pas fait couler ce bateau, j’en suis sûre, au contraire, il a coulé tout seul, comme Samuel. La destruction lente de quelque chose qui a coûté si cher à construire ne peut être réparée par une élection anticipée, qui ne fait que montrer l’étendue de la destruction. Pourquoi les gens votent-ils pour des fascistes ? Croient-ils vraiment aux barbaries dont ils parlent ? Veulent-ils vraiment la lente oppression d’eux-mêmes et des autres ? Qu’est-ce qu’un pays ? si ce n’est la volonté de s’organiser en solidarité. L’envie de créer un espace et un temps où chaque membre peut s’épanouir. C’est plus que le résultat d’une élection, c'est la cécité imposée, comme celle du personnage de Daniel dans le film, qui nous tombe dessus par rapport à un tissu social que nous devons protéger et qu’au contraire nous enchevêtrons, qui nous oppose les un·e·s aux autres, alors qu’en réalité nous sommes tous dans le même bateau en train de sombrer. Le même corps qui tombe dans l’abîme. Sur la neige qui fond parce que la chaleur augmente. Chaque année. Détruire un système de solidarité, un système de sororité et de fraternité, a un coût. Des coûts très élevés. Un système d’égalité. Si nous ne comprenons pas ce que cela signifie, alors nous pouvons le créer, mais nous n’allons pas rester les bras croisés, en nous blâmant les un·e·s les autres, alors que nous devrions tous travailler ensemble pour quelque chose de meilleur. Oui à la création, non au fascisme, l’anatomie de cette chute ne nous déterminera pas. Le 7 juillet, nous montrerons ce que nous sommes, un pays de droits humains, sans oppression et avec solidarité.

Andrea Balart


[eng] Simone Revue Ciné-Club

Today is a somber day, but Saturday was a bright day, because we held the first session of the film club, Simone Revue Ciné-Club. We talked and reflected, under the direction of the Russian-French audiovisual director Ekaterina Panyukina, on the film Anatomy of a Fall, by Justine Triet. A fall like that of this country at this moment, which is plunging into the abyss. Just as Samuel, the character, falls into the void, so is this population committing suicide, dragging with them all the rest. Because the things we do have consequences not only on our lives, but on the lives of others. Especially on the lives of others. We came from different parts of the planet, France, Russia, Chile, Argentina, Venezuela, to Lyon, to our country, France, to talk about cinema and feminism, only to be told the next day that part of it thinks that this is a homogeneous place. That it is better to maintain a social organization that, in order to benefit from rights and privileges, keeps others exploited, dispossessed and subjugated, as Sylvie Laurent explains. The creation of a guilt, in fact imaginary, that makes certain groups responsible for a certain situation that they actually seek to maintain. As in the film, Sandra’s guilt, her overflowing of stereotypes, and the call to order that is made to her, through a public trial. All of us who were not born here or have two nationalities are in that courtroom, in the center, while they ask us questions and point out the fatality of our guilt, as the psychoanalyst or the expert explains to Sandra in relation to her responsibility for Samuel’s condition and subsequent death. It is just a mechanism of guilt reversal, to keep everything intact, a system whose foundation is built on the oppression of one group over another. The film portrays well the invisible cost of being a woman, when Sandra at the end says, I thought I would feel euphoric to have won the trial, but I feel neutral, flat, she is saying the following: I have struggled so hard I thought I would be recognized, but I am not. That’s how it works, an overflow of energy in trying to reach contradictory and oppressive expectations like fascism, only to realize that overcoming them doesn’t leave you in an encouraging situation, rather it leaves you burnout with tiredness. You start from further back. You observe and feel it along the way. Until maybe it’s too late, or not. Maybe we are in the courtroom charged with responsibilities that exceed us, but at the same time we are not. Because like Sandra, we know that it is invented in our name. For purposes that have more to do with maintaining and oppressing than with the search for truths. We are not sinking this ship, of that I am sure, on the contrary, it is sinking on its own, just like Samuel. The slow-burning destruction of something that has cost so much to build cannot be fixed with an early election, which only shows the extent of the destruction. Why people are voting for fascists. Do they really believe in the barbarities they talk about? Do they really want the slow oppression of themselves and others? What is a country? if not the will to organize in solidarity. The urge to create a space and time in which each member can flourish. This is more than the result of a choice, it is the imposed blindness, like that of Daniel’s character in the film, that comes upon us in relation to a social fabric that we have to protect and instead we are entangling, that sets us against each other, when in reality we are all in the same sinking ship. The same body falling into the abyss. On the snow that melts because the heat increases. Every year. Destroying a system of solidarity, a system of sorority and fraternity, has costs. Very high costs. A system of equality. If we don’t understand what that means, then we can create it, but we are not going to stand idly by, blaming each other when we should all be working together for something better. Yes to creation, no to fascism, the anatomy of this fall will not determine us. On July 7th we will show what we are, a country of human rights, without oppression and with solidarity.

Andrea Balart