[esp] Andrea Balart - Empatía

Feminismo es sinónimo de derechos humanos y de democracia. Quien se declare no feminista está diciendo soy anti derechos humanos y anti democracia. Luego están los apellidos, me identifico más con tal o cual corriente, pero la base es la misma: los derechos humanos de las mujeres y la calidad democrática de la sociedad. 

El feminismo por un lado ha hecho hincapié en que las mujeres también son humanos, por lo que les corresponden, asimismo, esos derechos, en igualdad de condiciones con los otros humanos, y además en muchas ocasiones con todos los seres vivos. Por otro lado, ha ampliado el campo de visión, al decir, en cada situación, miremos también a los márgenes, a quienes no tienen título para gobernar, pero también están aquí, la parte de los sin parte, como dice Rancière, en relación a la democracia. 

Pero este es el piso mínimo. Lo interesante del feminismo es que ha definido el contenido de esos derechos humanos y de esa democracia, de manera bastante exigente. Ha elaborado todo un catálogo de acciones o comportamientos en las relaciones humanas que vulneran estos derechos, y ha propuesto todo otro abanico que protege la integridad de las personas y su pleno desarrollo. Esto lo ha logrado haciendo algo que no se había hecho antes: escuchando a los seres humanos. Sacándolos del margen, y poniéndolos al centro. Derribando los estereotipos, dándoles voz y visibilidad a las personas en toda su complejidad y cruce de identidades. El acceso a la multiplicidad y la pluralidad fueron clave para caer en cuenta de lo siguiente: a pesar de las diferencias, yo también. # Me too. La unión es todo.   

El feminismo ha instalado los siguientes conceptos, la solidaridad sistemática, el deber de empatía, la responsabilidad incluso por acciones ajenas, la reparación basada en la justicia. Por eso que no podemos pasar de largo, en un mundo que se desintegra, más vale que ampliemos nuestra visión y actuemos en conjunto. La resistencia es supervivencia. Esto se ha propuesto de manera revolucionaria, no basado en sistemas morales ni control social de ningún tipo, se ha propuesto desde la libertad y la autonomía. Estas acciones se han vuelto políticas, en el sentido de participación en la creación del mundo. Aquella actividad cuyo fin consiste en asegurar la vida en el sentido más amplio, como lo entendía Arendt.

Con el nombre de sororidad, se ha querido instalar una práctica de solidaridad sistemática. Se ha puesto el énfasis en la relación de solidaridad entre mujeres, porque esto es lo revolucionario, la fraternidad era ya un concepto instalado. Era necesario que las mujeres se unieran y trabajaran juntas porque instalar conceptos nuevos cuando se está del lado de los oprimidos requiere coordinación. Pero el feminismo va más allá de la sororidad, al desarrollar este concepto, lo que intenta es instalar una práctica sistemática de solidaridad. Esta práctica consiste en mirar el cuadro completo. La obligación de observar más allá de lo que aparece en la foto. La interdependencia de los sistemas y la idea de que si alguien está arriba, asegurarse que no hay alguien abajo, sobre el que se está pasando encima. La idea de no dejar a personas fuera de la foto. Lo que se crea sobre cadáveres, nace muerto, no tiene valor. Este concepto va de la mano con la horizontalidad. El feminismo observa con atención las jerarquías. Por qué hay alguien arriba y alguien abajo. Por qué se me dirá lo que tengo que hacer. En este barco todos tenemos el mismo valor. Lo que va también ligado con la interseccionalidad, que pone ojo en observar cuándo es más difícil para alguien subirse a la misma proa del barco, por la razón o razones que sean. Valorando este cruce de factores con justicia, con objeto de mantenerse en la horizontalidad. 

En cuanto al deber de empatía, nace de la reformulación total de las relaciones humanas que realiza el feminismo. Lo que no surge de manera antojadiza, más bien porque muchas personas se estaban quedando abajo. ¿La mitad de la humanidad? Esto se ha realizado específicamente acordando una lista de acciones y situaciones que causan dolor, al ser opresivas. El dolor es importante aquí. Por ejemplo cuando una persona quiere poner fin a un vínculo, tiene al menos dos opciones, manifestarlo claramente, o no decir nada y comenzar a comportarse de manera imbécil para que la otra persona termine haciéndolo. Lo que el feminismo ha hecho es decir, de manera asertiva, esto es diciendo cuando tú haces esto yo me siento así: mal, por ejemplo. No ha dicho los hombres son así o asá, o son peores o mejores, faltaría semejante estupidez, ha dicho, por ejemplo, si alguien dice, todo se llevará a cabo como yo quiero o la relación está terminada, es un trato injusto y opresivo. Es un mal trato. Lo que ha hecho el feminismo es describir con lujo de detalles todas las interacciones que duelen, voluntarias o forzadas. Ha indicado todas las situaciones en que existe maltrato, con gran claridad. El maltrato es violencia. En cualquiera de sus grados. El feminismo ha puesto énfasis en dos asuntos que evitan este tipo de situaciones: la comunicación y la noción de que las personas tienen emociones y sentimientos. Parece evidente pero la idea no estaba lo suficientemente instalada. Por ejemplo, hacer notar que si alguien se pone a gritar o evadir lo que no está funcionando, no sólo eso no va a ayudar en absoluto, sino que también es una forma de maltrato, por lo tanto de violencia. Y cuando se ejerce contra alguien que más encima no puede por alguna razón acabar libremente con ese vínculo, la pone en una situación imposible y vulnera su integridad. El feminismo nos impulsa, en todo momento, a considerar en cada ocasión la noción de empatía, de evaluar si nuestras acciones son imbéciles o no, si estamos causando dolor o permitiendo el florecimiento de los demás. Claro, cuando se ha dictado siempre lo que hay que hacer como regla universal esto puede ser difícil de identificar, pero esto ya no va más. El maltrato está claramente pormenorizado y ya no se puede indicar que no se tenía noción. Si no quieres comportarte como un imbécil ponte un poquito las pilas. Si se quiere terminar una relación se puede hablar. Y que las condiciones sean justas cuando esta acaba. La noción de que todos estamos en la misma proa del barco y tenemos igual valor hay que tenerla siempre en mente. Y la distribución de lo que se ha formulado como privilegios, que son bastante evidentes. La existencia de una supuesta meritocracia es una mala broma. 

El concepto de la responsabilidad por las acciones propias e incluso las ajenas es interesante también. Intenta acabar con la complicidad. Las acciones imbéciles tienen la característica de repetirse si no se pone atajo a quien las comete. Tienen una persistencia impresionante. La impunidad es además un aliciente definitivo para estas repeticiones. Muchas veces toman la forma de acciones tipificadas como delito. Ante esto hay al menos dos opciones, quedarse en silencio al tomar conocimiento de ellas, o impedirlas de alguna manera. En el caso de las imbéciles o las delictivas, que también son imbéciles, hay una tendencia casi inexplicable del gremio masculino a dejarlas pasar. Es cosa de observar. Pero las buenas noticias son que gracias a los conceptos instalados por el feminismo, la complicidad va en retirada. Sin ir más lejos supe la semana anterior, por ejemplo, que una cierta persona denunciada por violencia ya no era bienvenida donde antes lo era. Una gran alegría. No sé si la noción de responsabilidad está instalada, pero va en camino, y la de denuncia está ya en su puesto. El silencio parece cada vez más algo del pasado. 

Por último quisiera remarcar otra noción que se ha desarrollado, la de reparación basada en la justicia. El gremio masculino es muy reacio a pedir perdón o a disculparse cuando corresponde. Era una noción desconocida. Junto con la concepción errada de la culpa. De quién tiene la culpa sobre algo. Primero decir que la culpa en una interacción de dos personas es compartida, y cuando es un delito, es de quien lo comete. Si algo sale mal en una interacción voluntaria, es consecuencia de lo que alguien hace y de la recepción del interlocutor y sus características propias, la afirmación, tú me pones así, es una estupidez. Por otro lado, si se fuerza a alguien a realizar o padecer algo, sin su consentimiento por lo tanto, en ningún caso la responsabilidad es de la víctima. En toda la gama de acciones cotidianas o delictivas que menoscaban la integridad de alguien, el feminismo ha instalado de manera muy clara la noción de la necesidad de una reparación, que se asienta en el concepto de justicia. Lo fracturado debe repararse. Se ha instalado la importancia de la obligación de reparar. Aquí ya no es, no me importa, que se las arreglen solos, hay una responsabilidad de observar, reconocer, sancionar, arreglar lo que se ha roto. Como darse cuenta que no es consumir plástico y lanzarlo al mar, y olvidarse, el planeta está ahogado y el plástico llega de vuelta un día o el otro, es necesario reciclar o dejar de consumir plástico, en cualquier caso, dejar de romper al planeta y reparar todo lo ya roto. 

En otras palabras, estamos tanto mejor con el feminismo y la ecología que lo que queda es seguir profundizando y agradecer que estén aquí. Queda tanto por hacer. Y eso es otra cosa, tampoco sirve sólo decir o parecer, también hay que hacer. Por ejemplo si dices que defiendes los derechos humanos pero estás confundido en relación a lo que son, no sirve. Se puede perfectamente saber ahora qué significan y qué implica. Lo que hay que hacer. Como dice Ani DiFranco, puedes hablar de una gran filosofía, pero si no puedes ser amable con la gente todos los días no significa mucho para mí, son las pequeñas cosas que haces, las pequeñas cosas que dices, es el amor que das en el camino. Y llegamos aquí a un tema clave: el amor. Recordemos que feminismo es sinónimo de derechos humanos y de democracia. Lo fantástico es que el feminismo ha indicado algo radical: el amor y sus manifestaciones son un derecho humano. Por lo tanto una responsabilidad. Lo más importante: que no acabe el feminismo hasta que no se haya modificado definitivamente el mundo. Las mujeres que hoy no pueden ir a educarse o que temen por sus vidas por un velo mal puesto nos necesitan a todos.



* Andrea Balart es escritora y abogada de derechos humanos. Máster por la facultad de filosofía de la Universitat de Barcelona. Activista feminista, cofundadora, directora y editora de Simone // Revista / Revue / Journal, y traductora (fr-eng-esp). Franco-chilena, nació en Santiago de Chile y vive en Lyon, Francia.


© Fiorenza Menini. Dessin de rêve / DreamDraw 


© Andrea Balart.



No hay comentarios:

Publicar un comentario