La era de la gran creatividad es el tiempo de desarmar el sexismo, el racismo, el especismo. Tal vez lo más fantástico de ser mujer es ese desarrollo en profundidad de la resiliencia. Pero eso no es todo. La profundidad de la creatividad hace el resto. Cómo decir cuando nadie quiere escuchar. Cómo decir cuando nadie quiere que seas vistx.
El feminismo es como un cisne volando, le cuesta a veces despegar, pero luego el espectáculo es belleza pura. La semana anterior fui a ver la ópera Barbazul de Offenbach en el teatro de la opéra de Lyon. Barbe-Bleue se vanagloria de haber aniquilado a su sexta mujer y a las anteriores a ella, y estar listo para aniquilar a la séptima. Es una ópera cómica, por lo que lo dice en tono jovial. Lo canta, de hecho. Es una ópera. Luego resulta que su ayudante no las había envenenado como estaba previsto y están vivas. También cantan. Cantando expresan que las cosas no se van a quedar así no más. Lo dicen cantando y bailando. Héloïse, Éléonore, Isaure, Rosalinde, Blanche, Boulotte.
Así fue, las cosas no se quedaron así no más. Tal vez lo determinante es que cada mujer ha conocido como mínimo a un Barbe-Bleue a lo largo de su vida. Ayer solamente me contaba una amiga de una pareja suya que rompió la puerta a golpes, de manera idéntica a la película The Shining. Luego llegó la policía y sugirió en tono jovial que ojalá no siguiera comportándose así. Oye, por favor, trátala bien, ¿de acuerdo? Listo, adiós. Eso fue todo. ¿Cuál es el objetivo de tener instituciones? El tono era jovial, como el de Barbazul. Ella no pudo dormir durante los siguientes meses. Su miedo era menos jovial.
Se aprueba la ley de inmigración. Un golpe bajo. Apenas alivianado por la declaración inconstitucional posterior de algunos de los artículos. A tus amigxs los intercepta el miedo porque tal vez el proyecto de vida que han trazado va a modificarse. Luego el presidente dice que Depardieu es genial y un verdadero orgullo. Luego dice que tenemos que rearmarnos. Para generar hijxs que no queremos. Por algo no los hemos generado. Está lleno de gente, pero esa parece que no es la que él se refiere. ¿Cuál es la diferencia? ¿Esa gente no? No somos lo suficientemente dignxs de estar en algo que también es nuestro. No estamos de acuerdo. Luego sale un puñado de personas diciendo que hasta cuándo atacan a Depardieu que ellxs están orgullosxs. ¿De qué? Luego se arrepienten atroz y dicen que no querían decir eso. Me asaltan los ciento sesenta mil niñxs invisibles víctimas de violencia sexual en Francia cada año. El genocidio en medio oriente continúa. La memoria de mujeres y hombres víctimas de fanáticos al mando escondidos detrás de distintas ideologías pero idéntica locura me persigue. Cómo seguir.
La violencia se desarma. Tal vez es lento pero no importa. Lo importante es hacerlo. Hacerlo a consciencia. Vi la serie Icon of French Cinema de Judith Godrèche. Qué obra magistral. Denunciar requiere mucha estrategia. Mucha resiliencia. Pero sobre todo estrategia. Godrèche logra mostrar lo que es, un justo equilibrio entre víctima y mujer entera. Como somos todas. Ella es el ícono del cine francés, y desplaza a Barbazul. Una fiesta de la emancipación. Porque así nos sentimos. Libres. Al fin. Dueñas de las estrategias y del arte. Siempre lo fuimos, pero no se veía. Crear nos hace libres y modifica esa dominación que un día nos vio de rodillas. Difamación significa tengo tanto miedo que sólo destruyéndote podré aplacarlo. Los tribunales y la policía tienen que poner de su parte. Un día Barbe-Bleue ya no tiene que ser tan jovial. Isaure sabía hablar. Todxs la estamos escuchando. Somos más de la mitad de la humanidad, no nos olvidemos. Los hombres también están con nosotras ahora. Van quedando pocos. Todo se trata sobre decir y escuchar. Sobre que la justicia sea justicia.
Justine Triet hace una película espléndida. El patriarcado es como Anatomía de una caída, creen que lo mató otro pero se lanzó solo al vacío. Así sucede. Se va eliminando solo. Es muy nefasto. Peligroso. Quiere redirigir la culpa, de que somos frías o egoístas. Queremos hacer arte. ¿No podíamos? ¿No nos correspondía? ¿Teníamos que ponerle esfuerzo a la demografía? ¿Cuidarlos a todxs? La igualdad es algo que estamos creando. Estamos desarmando esa demografía densa que hacía que no nos viéramos porque contábamos la mitad. El mundo está sobrepoblado, es un hecho. El tema es quién se ve y quién no. ¿Qué es trabajo? ¿Cuánto vale el trabajo? Emplean nuestras luchas para ganar votos cuando en realidad nos aniquilan de manera jovial como Barbazul.
No da lo mismo. Tenemos que desarmar como sea la violencia. Aunque hayamos convivido con ella toda la vida. Viví diez años de mi vida en un país en dictadura. Luego en democracia trabajé cuatro años y medio bajo el mando de un acosador narcisista. Mis experiencias son la cotidianeidad para muchas personas. O lo fueron. Me saqué la violencia de encima desarmando. Tal vez lo más interesante es la autoestima y la confianza que tenemos ahora. También es jovial. Nos encanta el humor. La seriedad cuando es necesaria. Sabemos que la era de la gran creatividad es el tiempo de desarmar el sexismo, el racismo, el especismo. Lo estamos haciendo. Tal vez es lento pero significativo. Tal vez no se valora suficientemente. Pero lo estamos haciendo. El arte es agradecido y modifica el lugar de las cosas. Desarmar la dominación es avanzar en humanidad. En el respeto de todo lo vivo. Está claro, las catástrofes no nos hacen mella, al contrario: nos dan fuerza. Seguimos, seguimos.
Como dijo Sandra en Anatomía de una caída: “¡Te quejas de la vida que elegiste! ¡No eres una víctima! ¡En absoluto! Tu generosidad oculta algo más sucio y mezquino. Eres incapaz de enfrentarte a tus ambiciones, y me guardas rencor por ello. Pero yo no soy quien te ha puesto donde estás. No tengo nada que ver con ello. No te sacrificas, como dices. ¡Eliges quedarte al margen porque tienes miedo! ¡Porque tu orgullo hace que te explote la cabeza antes de que se te ocurra siquiera un pequeño germen de idea! Y ahora te despiertas y tienes cuarenta años, y necesitas a alguien a quien culpar. ¡Y tú eres el culpable! Estás petrificado por tus propias malditas normas y tu miedo al fracaso. ¡Esta es la verdad! Eres inteligente y sé que sabes que tengo razón. Y Daniel... no tiene nada que ver. ¡Basta ya!” Nuestro arte desarma y lo vamos a seguir haciendo. MeToo y la era de la gran creatividad. La democracia es jovial.
* Andrea Balart es escritora y abogada de derechos humanos. Máster por la facultad de filosofía de la Universitat de Barcelona. Activista feminista, cofundadora, directora y editora de Simone // Revista / Revue / Journal, y traductora (fr-eng-esp). Franco-chilena-catalano-vasca, nació en Santiago de Chile y vive en Lyon, Francia.
© Andrea Balart.
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