Un país incompatible con la vida

Me fui de Chile hace trece años porque se me hacía un país incompatible con la vida. Con la mía al menos. En varias oportunidades he vuelto, para pasar tiempo con las personas que quiero que viven aquí. Con los años me pareció que iba modificándose. Es verano, aquí estoy de nuevo, y ayer presencié un fenómeno escalofriante, la elección de un partido de la extrema derecha, para gobernar el país. Observo con tristeza, y a pesar de mi optimismo tenaz, vuelvo a sentir que este es un país incompatible con la vida, para tanta gente. Pero temprano en la mañana estuve mirando publicaciones de muchas mujeres feministas, chilenas, que leo y admiro mucho, y noté que mi optimismo está intacto. Una mujer de izquierda con valores democráticos sacó muchísimos votos, lo que no es anodino en un país neoliberal como este, y con la prensa en contra, noticias falsas, mensajes de publicidad para votar en sentido contrario el mismo día en los teléfonos celulares, y cuatro veces menos de presupuesto para su candidatura que el otro candidato. Sólo queda, como siempre, reflexionar sobre lo sucedido, crear nuevas estrategias, resistir, y vivir. Igual que Jennifer Lopez, no importa adónde vaya, sé de dónde vengo. En mi caso de muchos lugares. No olvido ninguno, y sin duda las fuerzas hay que unirlas. Desde mi espacio en la distancia, pero con amor por esta patria difícil de entender, pero que me vio nacer y quiero, cuenten conmigo para trazar lo que viene, porque unidxs es como se hacen las cosas. Seguir transformando este lugar en un país compatible con la vida.

Andrea Balart


Vértigo II

Lo crucial es sentir el amor. Saber que existe. 
Lo realmente crucial es nunca votar por la extrema derecha. Porque la extrema derecha mata cualquier atisbo de amor posible. La extrema derecha es el odio y la destrucción de toda vida existente. 
Pero tenemos el vértigo porque va a perder. Porque el vértigo es saber que otro mundo es posible. Tu mierda fascista no le interesa a nadie. A nadie. Somos un país con dignidad. 
No en vano hemos transitado por otros caminos realizables. Los de la sinceridad y la valentía. Ni a los debates te presentas. Te escondes porque sabes que la mierda no la quiere nadie. Así es: nadie. 
JAMÁS LA COBARDÍA FASCISTA.